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ARTES MARCIALES
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17 de Septiembre, 2010 · General

FILOSOFIA MARCIAL

FILOSOFIA DE LAS ARTES MARCIALES :

 LA FILOSOFÍA DE LAS ARTES MARCIALES DE ORIENTE

El contenido filosófico de que se hallan imbuídas las artes marciales en Oriente constituye un elemento difencial de primer orden que las distingue de las artes marciales del resto del mundo, las cuales, por supuesto, están desprovistas de cualquier componente psíquico que no esté relacionado directamente con ellas. El boxeo, la esgrima o la lucha grecorromana, por ejemplo, y para no citar más que aquellas disciplinas de origen occidental que presentan mayores similitudes con sus correspondientes homólogas, asiáticas, tienen su componente espiritual dirigido a la obtención de una superioridad, a la conquista de unos galardones o a la satisfacción del espíritu competitivo de sus practicantes. Estos fines son diametralmente opuestos a los que informan el ejercicio de las artes marciales en Oriente, destinados a la cumplimentación de unos objetivos esencialmente religiosos en sus fundamentos y a la realización de la personalidad individual en sus últimas consecuencias.

Es inútil intentar comprender la filosofía que informa las artes marciales de Oriente sin conocer, siquiera sea elementalmente, el credo religioso de aquellas lejanas tierras que, de una forma muy general, podemos considerar como producto de un sincretismo del hinduísmo, budismo,. taoísmo, confucianismo e incluso del sintoísmo. Todas estas religiones presentan una diferencia esencial con las propias de Occidente. El cristiano, el judio o el mahometano basan su fe en la existencia de un Dios único con el que tienen establecido un acuerdo mediante el cual, a cambio de un comportamiento correcto durante la vida terrena, se les garantiza la entrada en un paraíso del que gozarán eternamente en una posterior vida celestial. Este buen comportamiento no constituye obstáculo alguno para el desempeño de otras actividades, aparte de las meramente religiosas. El creyente occidental, por lo tanto, desarrolla su vida en espera de la muerte, momento del tránsito a partir del cual el cuerpo deja de tener el menor interés para él. En efecto, el cuerpo está destinado a pudrirse bajo tierra o a ser incinerado. En cambio, el alma, el componente espiritual del hombre, adquiere entonces su máxima importancia, liberada de su prisión corporal. El cuerpo merece tanta menos atención cuanto mayor sea la preocupación por la salvación eterna del alma, y de esta afirmación dan buena fe los monjes, los ermitaños, las religiosas de los conventos de clausura, etc.

El oriental parte de unos conceptos muy distintos. considera que en el hombre se halla la fuente de la beatitud, lo cual le identifica con su propio dios. En algunos casos, como el sintoísmo japonés, el creyente se considera a sí mismo como descendiente de los dioses, en el convencimiento de que por sus venas corre sangre divina. En cualquier caso, esta mística se ve unicamente alterada por la acción de agentes exteriores, como las pacientes, la ignorancia o la presencia de una ideología opuesta y perturbadora. Esta acción exterior impide constantemente una visión clara que permita al creyente alcanzar la iluminación, el "Nirvana", el "Satori", estado espiritual indefinible con el que se logra la extinción de las malas pasiones mediante la definitiva fusión de cuerpo y alma, rompiendo el dualismo de ambos elementos, constante objetivo de las prácticas religiosas de los credos orientales.

Para lograr la resolución del citado dualismo alma-cuerpo, el creyente oriental actúa en dos frentes distintos: Procede a la adecuada mentalización mediante la práctica de la disciplina Zen, es decir, de la meditación o concentracción mental con la que logra un vacío que le libre de las pasiones nocivas, como la concupiscencia, el odio, la envidia, etc., lo cual le coloca a las puertas de la iluminación, convirtiéndole en el "hombre trascendente" el Taoísmo, que ha de recorrer un camino sembrado de dificultades hasta alcanzar el Principio. Por otro lado, prepara al cuerpo para dejarlo en óptimas condiciones para asumir la parte que le corresponde en este tránsito. Y para esta preparación utiliza precisamente las artes marciales. Desde este punto de vista, estas disciplinas, Zen y artes marciales, constituyen un elemento auxiliar parecido a la oración en la práctica de las religiones de Occidente. Tanto la finalidad de la meditación Zen como la de la práctica del arte marcial se halla en el logro de una perfección que permita la fusión total del cuerpo y del alma, con desaparición del dualismo inicial, y el logro de la ansiada iluminación. Ni la meditación se corresponde con una reflexión filosófica, que es el producto típico de una mente occidental, ni la práctica de la disciplina marcial se realiza con miras a la preparación para el combate. tanto una como otra presentan aquí una finalidad espiritual prioritaria, sin que ello signifique, por supuesto, que no puedan ser ejercidas con fines distintos.

Bajo esta óptica, podríamos comprar el empleo del arte marcial por parte del creyente asiático con el uso a que se destina habitualmente un simple bastón. La función de éste, evidentemente, consiste en prestar ayuda a un cojo, a un enfermo o a una persona anciana para andar de un lugar a otro. Su concepción original es exclusivamente ésta. Y, no obstante, si el individuo que utiliza el bastón se ve agredido, no vacila en esgrimirlo como un arma para defenderse de su atacante. Del mismo modo, aunque, como hemos dicho, la función original de las artes marciales en Oriente sea la de lograr el perfeccionamiento del cuerpo con el fin de que éste se identifique plenamente con el alma, ello no impide, en modo alguno, que el practicante de dichas artes marciales las emplee en su defensa si se ve agredido. Así, los antiguos monjes mendicantes de la India, obligados a recorrer grandes distancias por parajes inhóspitos y hostiles en su peregrinaje, se veían muchas veces en el trance de tener que defenderse de las fieras salvajes, de los bandidos y salteadores de caminos e incluso de aldeanos fanatizados por creencias opuestas y rivales, valiéndose para ello de sus excelentes conocimientos del arte marcial. También, como es sabido, los monjes del Monasterio de Shaolin utilizaron las técnicas de combate que les transmitió el Patriarca Bodhidharma para poner en fuga a sus agresores.

Ciertamente que el ejercicio del arte marcial en Oriente no tiene una única finalidad religiosa, por lo menos en nuestros días. Existen otras motivaciones cuya consideración escapa a los límites del presente artículo. Pero es conveniente dejar bien sentado aquí que el origen de las antiguas artes marciales indias y chinas posee un carácter indiscutible religioso y exento de cualquier intención agresiva.


Autor: HERMENEGILDO CAMPS MESEGUER


ARTES MARCIALES Y ZEN :

En el transcurso de la evolución de las artes marciales desde China hasta Japón, pasando por Corea, vemos que no siempre las artes marciales han estado vinculadas al espíritu del Zen. Incluso hoy en día podemos decir que hay grandes dosis de desvinculación.

Así, por ejemplo, el denominado bujutsu de por sí, no se refiere sino a las técnicas prácticas escuetamente, lejos de referirse a otros fines:

"El bujutsu, y deseamos insistir en ello, está particularmente ligado a los aspectos prácticos, técnicos y estratégicos de estas artes, como lo indica la presencia del ideograma designando la técnica." (Página 17; traducido de "Guide des arts martiaux" de Oscar Ratti-Adele Westbrook, editions de la Courtille, 1976 [S.L.]. El concepto bujutsu está estrechamente unido a las artes guerreras japonesas.)

Por tanto, el bujutsu hacía referencia sobre todo a cierta "técnica" (jutsu) "militar" (bu) y representaba las diversas especializaciones del arte de combate en general. Y como tal técnica se utilizaba según los fines que el especialista le daba, que eran fines sobre todo de beneficio personal y de supervivencia.

Más bien, estas técnicas están más cerca de las artes de la guerra y no se pueden llamar todavía propiamente artes marciales.

La denominación de artes marciales surge de una profunda vinculación de la técnica a una "vía" de superación personal. Así pues, a la técnica se le añade un sentido superior.

Y así tenemos que:

"Cuando estas especializaciones son concebidas en tanto que disciplinas con un fin educativo o ético, la técnica deviene 'vía' (do) es decir el 'camino' hacia la autorrealización espiritual más bien que puramente práctica." (Página 17; traducido de "Guide des arts martiaux" de Oscar Ratti-Adele Westbrook, editions de la Courtille, 1976 [S.L.] El concepto bujutsu está estrechamente unido a las artes guerreras japonesas.)

Y es este sentido de "vía", de "camino" lo esencialmente importante en las artes marciales. Esto supone la posibilidad de dirigir nuestro propio espíritu y "esto surge del zen y no de la técnica de las artes marciales". (Página 81 en "Zen y artes marciales", Taisen Deshimaru, Madrid, Luis Carcamo, editor, 1980.)

Aunque no tenemos por ahora referencias anteriores exactas parece ser que la vinculación más primitiva que se conoce entre el Zen y las artes marciales se fecha alrededor del año 520 de nuestra era. Es decir, cuando Bodhidharma (Bodai-Daruma) llegó a China de la India.

Parece ser que en el monasterio Shórinji (Shao-lin-szé) bajo la dirección de Bodhidharma se desarrollaron técnicas de combate similares a las del judo, karate y taï-chi actuales, este desarrollo provino principalmente de una influencia y ambiente exterior predominantemente inseguro y peligroso.

Esta vinculación de Bodhidharma y las artes marciales (Según T. Deshimaru. Op. cit., p. 100), no obstante entrelazan a éstas con el fundador de la escuela ch'an (zen).

Breve sinopsis histórica sobre el origen del zen

Podemos decir que el espíritu del zen va modelándose históricamente de acuerdo a la idiosincrasia de los diferentes grupos humanos que lo adoptan, practican y experimentan.

Así, el grupo hindú caracterizado sobre todo por la especulación y sutileza analítica configuró una práctica altamente meditativa (yoga) que contrastó con la practicidad china.

Ya en algunas obras importantes hindúes encontramos frases que se pueden relacionar perfectamente con ese espíritu de dominio de sí mismo, de renuncia a los frutos de la acción que será tan característico en el zen. Así, leemos en el Bhagavad Gita (parte de la grandiosa epopeya hindú Mahabarata):

"Mucha virtud y mérito hay en el dominio de sí mismo" (Página 51 en "shagavad Gita" Yogi Bamacharaka Buenos Aires, ed. Kier, 1969. Esta frase es reforzada por otra del Dhammapada: "si un hombre venciere en batalla a un millar de millares de hombres, y otro se venciere a sí mismo, es este último el más grande de los vencedores" p. 95-6 en "El Dhammapada", ed. Ver, Buenos Aires, 1975.)

Queremos decir con esto que estas reminiscencias hindúes no se pueden soslayar a la hora de hacer una breve referencia al zen como hacemos aquí y que necesitaría de una profundidad mayor.

Para nuestro propósito baste decir que se desarrollaron dos tendencias del budismo: Mahayana e Hinayana.

Escuetamente la diferencia entre ambas es que el Mahayana (llamado "gran vehículo") consideraba su metodología más activa que la hinayana ("pequeños vehículos").

Lo cierto es que estas tendencias van a transformarse y enriquecerse cuando toman contacto con la mentalidad china. En realidad se pasa de una mentalidad altamente especulativa a otra eminentemente práctica y afanada sobre la tierra:

"La síntesis más notable de los valores chinos e indios se consiguió en la escuela de la Meditación o Ch'an (zen)." (Página 79 en "Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales". Volumen 2, Aguilar, Madrid, 1974.)

En esta breve reseña sobre la evolución del zen en China tenemos que aludir forzosamente a la figura de Lao-tsé (-604) y su pensamiento taoísta.

El taoísmo se caracteriza por el no análisis, no discursividad y sí, en cambio, por desarrollar profundas intuiciones. También vemos cómo esta cosmovisión se aplicaría después al arte de la guerra (por ejemplo, el libro de Sun Tzu: "El arte de la guerra") y a las diferentes artes de lucha que posteriormente se desarrollaron (tai-chi).

Cobra importancia el ajuste del ser humano al equilibrio de la naturaleza. En realidad el libro del Tao consta de máximas filosóficas procedentes de una observación de los acontecimientos sociales y naturales.

El punto de partida de estas ideas no es propiamente, como la filosofía occidental clásica en general y la griega en particular postula, el intelecto, sino la intuición.

Lo importante no es pensar sobre lo que se dice, sino intuirlo y practicarlo.

En el Tao, como se dijo con respecto al pensamiento hindú lo importante es conocerse a sí mismo y esto supone esfuerzo propio para la conquista de sí mismo.

Quien vence a los demás,
tiene fuerza.
Quien se vence a sí mismo,
es fuerte.
(Página 155 en "Lao Zi", Juan Ignacio Preciado, tr. Madrid, Alfaguara, 1978.)

El taoísmo está, pues, en armonía con la naturaleza. Comprender el Tao significa ser uno con la naturaleza. Nuestras mentes están acostumbradas a analizar, a separar. Estamos nosotros y la naturaleza como entes separados. Pero nosotros, nos dice el taoísmo, somos la naturaleza. El practicante de artes marciales debe buscar ese encuentro de armonía con la naturaleza.

Sobre la muerte

En un contexto histórico en el que la inseguridad por ser asaltado y desvalijado parece ser que era la norma, tenían que crearse técnicas no solo de lucha sino psicológicas (entre otras) que reforzasen la voluntad y disminuyesen el miedo a la muerte. Había que buscar la unidad del espíritu, tranquilizar la mente para mejor servirse de ella.

Esta unidad de las diferentes pluralidades que configuran e ser humano es la visión intuitiva taoísta.

Innumerable es la variedad de los seres,
mas todos retornan a su origen.
(Página 121 Lao Zi. Op. Cit.)

Hay un origen común a los hombres. Todos volvemos a nuestro origen, entonces -nos dice el taoísmo- ¿por qué ha de preocuparnos la muerte si es un retorno a lo que ya somos? La muerte es entonces una experiencia de nuestro propio origen.

Esta manera de experimentarse a sí mismo y por ende de sentir el mundo dará a la mentalidad china una forma de vida diferente a otros grupos humanos.

Pero esta manera de pensar corría el riesgo de caer en un desprecio por la propia vida y la de los semejantes, cuando en realidad el principio taoísta se sustenta precisamente en el respeto a la vida humana y así nos dice

Quien encuentra placer en matar hombres,
no podra realizar su ideal en el mundo.
(Página 151. Lao Zi. Op. cit.)

Por eso a nadie honra la muerte de un semejante, sólo una persona que no valora la vida humana puede alegrarse de tal "victoria".

Pero lo cierto es que nadie puede experimentar la muerte en su justa dimensión si no ha experimentado la vida. Porque lo importante en el Tao es vivir espontáneamente la vida cotidiana y he aquí que cuando esto es practicado la muerte se convierte en un evento de la propia vida.

En términos generales el libro del Tao son en su mayoría consejos para la vida, no para la muerte. Porque no se supone que una persona pueda morir "bien" si no vive "bien". La muerte debe ser según esto un agotamiento de la vida.

Flexibilidad, adaptabilidad

La vida en el taoísmo es la fuente de la espontaneidad y la adaptabilidad al cambiante ritmo de la naturaleza. Todo lo que tiene vida no es rígido, firme, tenso... sino que es fluido, como el agua, como la lluvia.

El hombre al nacer es blando y débil,
cuando muere, rígido, firme y duro.
(Página 83. Lao Zi. Op. Cit.)

El pensamiento taoísta fijará su atención en poner en el sitio más alto lo que se encuentra más bajo. Hará de la debilidad la potenciación de la fuerza.

Las semejanzas con la filosofía que desarrollará después el judo no puede ser más similar. (Recuérdese el ejemplo del sauce que cede por su propio peso la caída de la nieve.)

De aquí que podamos entender la frase del Tao.

Lo más débil del mundo
cabalga sobre lo más fuerte que en el mundo hay.
(Página 13. Lao Zi. Op. Cit.)

Si se enfrentan fuerzas rígidas, la más grande vencerá (la de mayor peso). Pero si se enfrentan fuerzas y una cede, vence a la más fuerte porque ésta cae por su propio peso. Por eso

Lo firme y lo grande ocupan el lugar inferior;
lo blando y lo débil el superior.
(Página 83. Lao Zi. Op. Cit.)

Como quiera que estas dos tendencias: la representada por Bodhidharma y la representada por el Ch'an-Taoismo, según sea la versión china o japonesa no coinciden, podemos, no obstante, decir que ambas corrientes se amalgamaron en la persona de Houei-Neng (considerado el sexto patriarca zen).

Así pues, el concepto Tao en China se refiere al "camino", las leyes de la naturaleza misma, y se relaciona estrechamente con las artes de lucha que se originaron en el ámbito de Shao-lin bajo la dirección de Bodhidharma.

Hasta el siglo Xll propiamente no se introduce de una manera relevante el Zen en el Japón durante el período Kamakura.

Aquí, las dos tendencias principales en la corriente Zen, y haciendo una obligada simplificación, se llamarán rinzai, introducida por Eisai (1140-1215) que dará más importancia al sistema ko-an; y la soto, introducida por Dogen (1200-1253) que da más énfasis a la meditación za-zen. (Otra ramificación llamada obaku fue reabsorbida por la rinzai.) Las dos escuelas actualmente se complementan.

En el contexto japonés nos encontramos sin embargo con unos rasgos sociales diferentes que en China. En el período kamakura que nos ocupa aquí quedó fortalecido el clan hoja que llegó al poder y dio solidez al gobierno militar. Los samurai cobran de esta manera un protagonismo destacado en la historia japonesa.

Como dijimos, junto al bujutsu (técnica militar meramente, se desarrollaría en Japón el espíritu del bu-shi-do (literalmente guerrero-señor-camino) y se caracterizó por un código rígido de principios morales, que hizo de alguna manera elevar la mera "técnica" (jutsu) militar a "camino" (do) ético.

Hay que hacer notar que esta práctica era observada no solo en el combate, sino que cubría gran parte de su vida ordinaria. El saber adquirido se valoraba en su dimensión práctica, de ahí que tales principios eran más bien comunicados en máximas o en transmisión oral más que en códigos escritos. (Según Nitobë, I. "El Bushido" Madrid, Artes Gráficas Ibarra, p. 20. Hay que señalar, al contrario de lo que generalmente se piensa, que la práctica del budo incluye también el estudio en el sentido cultural. Así, tenemos que Daidoji Yuzan nos dice: "El analfabetismo de los samurais de la época de las guerras interiores es sin duda excusable. Pero la falta de cultura de los samurais de nuestra época pacífica no puede de ninguna manera encontrar una justificación" trad. de Budo Shoshin Shu. Takeuchi Shoten. Tokyo, Japan, 1965, p. 21.)

Contribución del zen a la sociedad española. Paralelismos en nuestra cultura

Una de las características del zen contemporáneo es su impregnación en la vida cotidiana japonesa.

Sucede que gran parte de los asuntos de la vida cotidiana han sido influenciados por el espíritu del zen, haciendo honor a la célebre frase: "El tao es la vida cotidiana".

De entre varias actividades destacamos aquí:

La ceremonia del té (cha-no-yu).
El arreglo floral (ikebana).
La "pintura" (sumi-e).
La poesía (haiku).
Y las artes marciales propiamente dichas: 
Karatedo.
Judo.
Aikido.
Kendo.
Kyudo.

La ceremonia del té (cha-no-yu)

Según nos cuenta Kakuzo Okakura en su libro del té "el parentesco y los puntos de contacto entre el zenismo y el té son proverbiales". (Página 53 en "El libro del te", Kabuzo Okakura, ed. Kier, Barcelona, 1978.)

También señala más adelante los vínculos del té con el taoísmo. El maestro de cha-no-yu impregnado de dicho espíritu ejecuta su ceremonia dando sentido y significado a cada una de las acciones necesarias para su preparación.

El salón de té responde a la sencillez de los monasterios zen y concuerda con el espíritu de "vacío" tan característico en el hábitat oriental, en el que la tranquilidad y serenidad es norma fundamental.

Respecto a su relación con el contexto guerrero japonés del siglo XVI, dicho autor nos dice que la sala de té ofreció dulces horas de reposo y "fue un oasis en el triste desierto de la existencia".

Merece citarse la obra denominada "Ch'a Ching" de Lu Wu como texto base de todo lo concerniente al té y su preparación.

El arreglo floral (ikebana)

Propiamente y según nos indica G. L. Herrigel (G.L. Herrigel "El camino de las flores", Buenos Aires, 1959.) la ceremonia de las flores está caracterizada por la meditación y una profunda concentración, dos cualidades también importantes en la práctica de las artes marciales.

Aunque en el ikebana como en todo arte es necesario aprender cierta técnica especial, encontramos una peculiaridad que es común a todas las artes que aquí tratamos: la superación de la técnica.

"Sin embargo, no basta con el mero dominio de la técnica; en lo más hondo de nuestra conciencia intuimos que existe algo más, que debe ser descubierto y alcanzado". (Página 11 prefacio de Suzuki, Op. cit.)

La "pintura" (sumi-e)

El arte sumi-e tiene connotaciones y singularidades propias. Con propiedad no puede ser llamado pintura en términos conceptuales ya que este término denota una acción reflexiva y lógica en los cuadros clásicos occidentales.

No obstante, y como veremos, hay también semejanzas con la pintura occidental (y más concretamente con el dibujo) y aunque dichas semejanzas son minoritarias expresan de alguna manera lo que varios autores sostienen: que el ser humano es el que posee contenidos orientales y occidentales. (Esta complementariedad de oriente y occidente queda también constatada en "El libro del té" citado donde podemos leer: "nos hemos desarrollado orientales y occidentales en divergentes sentidos, pero, no hay ninguna razón para estimar que las dos civilizaciones no sean complementarias". Página 18 Op. cit. También Suzuki nos señala en este mismo sentido: "...lo mejor que podemos hacer es razonar haciendo caso omiso del lugar de nuestro nacimiento, sea este Oriente u Occidente", en "El terreno del zen". México. Diana, 1976.)

Es fundamental en el arte sumi-e expresar el sentido de "vacío" que forma parte de cualquier cuadro de este estilo. Este sentido de vacío configura peculiarmente el hábitat oriental en las casas tradicionales japonesas y en el dojo propiamente donde se practican las artes marciales.

También y paralelamente la "técnica" (jutsu) del arte marcial para ser "camino" (do) debe proceder de ese "vacío", de una inspiración inconsciente: con rapidez y sin deliberación. Su ejecución debe ser pronta y espontánea.

Los diferentes trazos en el sumi-e no intentan en realidad representar nada sino que esos mismos trazos son algo en sí mismo, algo vivo y creado.

Es importante también la ausencia de intención al realizar la obra; cada movimiento, una vez que se ha aprendido la técnica, debe ser ejecutado "por sí mismo".

"...en el zen al igual que en la esgrima, se valoriza en alto grado una mente sin vacilación, sin interrupción, sin medición". (Página 371 en "Ensayos sobre budismo zen" Suzuki, tercera serie. Buenos Aires, Kier, 1970.)

Para ello es necesario no bloquear la mente con cualquier idea de finalidad. Es necesario que la energía vital sea una corriente ininterrumpida, sin meta y sin vacilación.

Respecto a esta acción sin finalizar, en paralelismo con nuestra cultura, R. H. Blyth en su libro "Zen en la literatura inglesa y en clásicos orientales" (R.H. Blyth nos dice: "La vida de don Quijote fue una vida de zen; indiferente a las opiniones de los demás [...], él vivía veinticuatro horas cada día siguiendo sus instintos [sus ideales]..." Página 211 traducido de "Zen in english literature and oriental classics" The Hokuseido Press. Tokyo, 1942) nos dice que don Quijote de la Mancha ejemplifica esa idea de caballero andante sin meta alguna.

Según este punto de vista la obra de Cervantes, representante máximo de nuestra literatura, también puede considerarse en cuanto a la creación de sus personajes como un intento de equilibrio entre lo ideal y lo real.

Ciertamente la vida de don Quijote tiene profundas semejanzas en cuanto tiene de abnegación, renuncia de sí mismo y voluntad de consecución en la acción. Subrayamos en estas líneas las palabras del protagonista de la obra de Cervantes dejando a la imaginación del lector su relación con cuanto aquí se ha dicho:

"El andante caballero busque los rincones del mundo; éntrese en los más intrincados laberintos; acometa a cada paso lo imposible; resista en los páramos despoblados los ardientes rayos del sol en la mitad del verano, y en el invierno la dura inclemencia de los vientos y de los yelos; no le asombren leones, ni le espanten vestiglos, ni aterroricen endriagos; que buscar estos, acometer aquellos y vencerlos a todos son sus principales y verdaderos ejercicios."
(Parte segunda, cap. XVII) (Página 201 en R.H. Blyth. Op. cit.)

La poesía (haiku)

La poesía denominada "haiku" difiere de las que generalmente se hacen en Occidente por lo corto de su métrica (diecisiete sílabas) y por las grandes dosis de experiencia que el poeta transmite. El haiku está exento de intelectualismo y lleno de una visión intuitiva de la realidad. Blyth señala que "el haiku es una especie de satori, o iluminación; por la que penetramos en la vida de las cosas" (Citado en "El haiku japonés" F. Rodríguez-lzquierdo. Guadarrama. Madrid, 1972, p. 27).

Hay cuatro estados de ánimo principales que el haiku puede recoger: cuando hay un sentimiento de soledad se denomina sabi; cuando es un sentimiento de tristeza o depresión se llama wabi; cuando hay tristeza intensa y nostálgica es aware y finalmente cuando se ve algo extraño y misterioso yugen.

Los dos poemas que seleccionamos aquí son de Matsuo Bashoo (1644-1694) reconocido como el mayor poeta de haiku. Nació y se educó como samurai y fue introducido en el zen por Bucchoo. Según este gran maestro del haiku un hombre no puede encontrarse a sí mismo a menos que se exponga a todos los peligros de la naturaleza. Se convirtió así en un viajero incansable. Uno de los poemas, en cuestión dice así:

Nozarashilwo
Expuesto a la intemperie

kokorolnilkazelno
y resignado, ¡cómo corta

shimulmilkana
mi cuerpo el frío!

Bashoo
(Página 271. Op cit.)

El otro es más conocido ya que según su autor fue el poema base con que confeccionó todos los demás.

Se dice que Bashoo contestó a Bucchoo ante una pregunta que éste le formuló, oyendo el sonido de una rana que saltaba en ese momento al agua: "Al zambullirse una rana, ruido de agua".
La primera parte del verso fue completado más tarde quedando como sigue:

Furuikelya
Un viejo estanque;

kawazultobikomu
al zambullirse una rana,

mizulnoloto
ruido de agua.

Bashoo (Página 279. Op. cit.)

Sencillez, naturalidad, ausencia del "yo", sinceridad e intuición. ¿Acaso no son estas las cualidades características que tratan de perfeccionar los grandes maestros que practican las artes marciales?

Si bien es verdad que en Occidente se han conocido las distintas artes marciales separadamente es lógico inferir, no obstante, por lo que aquí queda dicho que estas diferentes técnicas de combate puedan constituir un todo coherente aplicable distintamente según los casos concretos, sin perjuicio de un desarrollo autónomo en cada especialidad.

En el Japón, por ejemplo, el aikido, judo, kendo... fueron conjuntados en lo que se denominó el bushido.

Lo importante aquí es señalar esos aspectos vinculantes de las artes marciales y la escuela ch'an (zen) tal y como de manera similar se dio en China con Bodhidharma en Shao-lin, como ya se mencionó.

Esta vinculación es a nuestro juicio muy importante por dos razones fundamentales. La primera es que supone algo más que la mera técnica (jutsu). La segunda es que vincula las artes marciales a hechos de la vida cotidiana y le da una fundamentación práctica para el propio perfeccionamiento.

De esta manera, como siguiendo esta tradición y en un contexto histórico diferente, encontramos en Japón esta interdependencia entre la meditación, la labor cotidiana y la práctica del sumo (Lucha japonesa) en el templo enkakuji (kamakura).

Meditación, labor cotidiana y practica del sumo (Las siguientes líneas son en parte, extractos basados en la lectura de "El ejercicio y la vida del monasterio", D T Suzuki Shun yu sha Tokio. 4 a ed. 1966).

Lo más importante para la vida del zen es lo que viene expresado en la célebre frase: "Un día sin trabajo, un día sin comida". El maestro Hyakuyo Ekai (720-814) es el fundador de este sistema organizativo y siempre se dedicaba con sus discípulos a cualquier tipo de labor como práctica zen. Se cuenta que estos, dado lo avanzado de la edad del maestro, escondieron sus instrumentos de trabajo y él se negó diciendo: "Si no trabajo, no como".

En realidad los trabajos cotidianos son uno de los fundamentos para la vida zen. Esto se diferencia de la India en la que los monjes meditaban más abstractamente. En China, no obstante, era distinto. Los chinos siempre deseaban hacer trabajos concretos porque pensaban que esta vida concreta si no es también física y manual, no tiene sentido. Esta idea práctica de los chinos salvó al budismo de la simple meditación.

Por más que nuestras ideas, nuestros pensamientos, sean elevados si no están unidos a la tierra carecerán de utilidad. Cualquier idea si influye en nuestra vida tiene que tener una relación con nuestro cuerpo.

Si los que practican la meditación no se aplican a cualquier experiencia de la vida cotidiana, la solución será simplemente abstracta y no dará ningún fruto. Si no da fruto, desaparecerá.

Por eso, los maestros querían que sus discípulos trabajasen en las montañas; en el jardín, en el campo. En la realidad los maestros mismos adelantando a sus discípulos trabajaban llevando agua, utilizando los instrumentos, etc.

Pero esto no es trabajar por trabajar, sino para experimentar íntimamente la significación que hay dentro del trabajo.

La meditación propiamente es labor.

La meditación tiene tendencia a alejarse de la realidad, por eso inconscientemente los monjes no olvidaron usar el trabajo corporal.

Este trabajo está lleno de espíritu democrático ya que no existía diferencia jerárquica. Todos los monjes se dedicaban al mismo tipo de trabajo.

Para ellos cualquier cosa cotidiana en la que poder estar atareado era importante y no restaba dignidad a sí mismo. Tenían conciencia suficiente de que hay una significación profunda en las labores más insignificantes.

El latido del corazón al esforzarse, el movimiento de las manos y de los pies suscitaron un pensamiento de carácter serio. Cualquier cosa si no se filtra a todo el cuerpo impregnándose, nunca puede entenderse.

Hyakuyo es un gran maestro de zen que ha visto y observado las facultades de la psicología humana. Sin él, no existiría el zen de hoy.

Pero los monjes, no solo se dedicaban a tareas agrícolas y de construcción sino que durante determinadas fiestas se dedicaban a la práctica del sumo. Se desarrollaba así principalmente un carácter honesto.

A modo de conclusión

Con las palabras anteriores se ha pretendido de alguna manera ajustar las artes marciales en su paso de un sentido meramente técnico a lo que tienen de trasfondo cultural y que se expresa en la palabra "do".

Hay que añadir que este trasfondo cultural viene determinado por una profunda disciplina vital. Lo que se pretende decir es que no se pueden separar las diferentes actividades de la vida. El hombre no se puede diseccionar sino sentir como un todo.

Esto implica que lo aprendido en el dojo debe proyectarse realmente en la vida cotidiana de cada uno, dando así juego a todas las circunstancias.

Hay que decir que curiosamente cuando se pregunta a algunos orientales sobre la vinculación del Zen con el judo, karatedo, ikebana... y cualquier otra práctica similar se apresurarán a negar cualquier tipo de vinculación entre estas diferentes escuelas y el zen. Y es que el zen tiene su propio adiestramiento particular basado en la meditación za-zen ("La práctica de zazen puede dar una nueva dimensión a los kata", p. 62. Op. cit.), los ko-ans y las labores cotidianas.

Occidente en cambio necesita vincular esas diferentes prácticas a un todo común como orientación ubicadora y el zen proporciona esa base sustentadora.

Por tanto, este tipo de vinculación que se ofrece aquí debe ser matizado diciendo que aunque estas diferentes artes poseen un sustrato común, la práctica individualizada de cada una de ellas supone un "camino" (do) concreto y peculiar con características psicológicas propias. Son adiestramientos profundamente similares en el origen, pero diferentes como realidades concretas formales.

Según nos dicen varios autores una persona que se adiestra en el zen tiene siempre presente que solo la información no puede suplantar la práctica y que hay que evitar que la información solo contribuya "a cargar supérfluamente la mente del aspirante de ideas que pudieran confundirlo en cuanto a sus objetivos y enfriar su incentivo para la práctica" (Página 26 en "Los tres pilares del zen", Philip Kapleau Ed. Diana. México. 1 978).


CHI KUNG Y LA ENERGIA :


Chi kung, el poder de la energía

El Chi Kung es un sistema de ejercicios energéticos de origen chino. Son innumerables las versiones que se conocen de estos sistemas. Según los expertos, pueden llegar a 5.000 las variantes conocidas. El término se puede traducir como manejo de la energía. 

Su origen es difícil de precisar por su gran variedad de estilos y usos, pero forma parte de la mentalidad china y sus ideas matrices, es decir, el Yin Yang, los Cinco Movimientos, el Tao, los Tres Tesoros, que iremos desarrollando a lo largo de estas páginas. 

Donde más se aprecia la presencia del Chi Kung es en la Medicina China, en las Artes Marciales y en las escuelas de Taoísmo, Confucionismo y Budismo. Estas cinco áreas son las principales fuentes donde se pueden rastrear sus orígenes y características.


TAOÍSMO 
La escuela taoísta adopta el Chi Kung con el objeto último de alcanzar la inmortalidad (cheng-shien), mediante la alquimia interna de los Tres Tesoros a fin de regresar a la fuente. 

Para alcanzar este objetivo, según los adeptos taoístas, se deben cultivar la salud y la longevidad como fundamento para prácticas superiores. Por ello desarrollan un sistema coordinado llamado Yang Sheng (cultivar la vida) que incluye dieta, hierbas, ejercicios, masaje, así como una cuidadosa atención en la armonización de las actividades humanas con los ritmos de la Naturaleza. 

Lao Tsé escribió: vacía el corazón y llena el abdomen; se puede entender esto como vaciar la mente y el corazón e inspirar suave y profundamente para que se llene de energía el tan tien inferior. Esta es una instrucción taoísta básica para el Chi Kung. 

El clásico del elixir y El clásico de la paz son dos textos sobre Chi Kung taoísta. A continuación presentamos un extracto de El clásico de la paz: Tenemos un cuerpo, y este cuerpo es una unidad, la unión de lo físico y lo espiritual. La forma en sí misma está muerta; es el espíritu el que da la vida física. Cuando hay armonía entre lo físico y lo espiritual, las condiciones son propicias; si esta armonía se altera, las condiciones son perjudiciales; si no hay sustancia física, el espíritu se marchita; si hay sustancia el espíritu florecerá. La armonía constante une lo físico y lo espiritual. La enfermedad constante causa la separación de lo físico y el espíritu. 


CONFUCIONISMO 
La escuela confucionista utilizó el Chi Kung como una manera de purificar y controlar la mente y las emociones, de manera que las personas se conviertan en mejores miembros de la sociedad. 

Confucio decía: para cultivar el cuerpo, primero debemos rectificar la mente, y Meng Tse escribió: para cultivar la mente, antes debemos eliminar el deseo y cultivar la energía pura de la Naturaleza. 

El Chi Kung se convirtió con los confucionistas en un método que permitía al individuo asumir su lugar en la sociedad, cultivando las virtudes del equilibrio y la ecuanimidad. 

Se concebía la sociedad como un microcosmos del orden universal, y al aprender a obedecer sus leyes también se aprendía a obedecer las leyes de la sociedad. Un estado mental pacífico y ordenado se convierte en la base de una sociedad pacífica y ordenada. 


BUDISMO 
La escuela budista vivió una profunda transformación con la llegada del monje Tamo (Bodhidharma) al templo de Shaolín, que pronto se convirtió en el centro más famoso de las Artes Marciales y de la Meditación, dando origen al budismo Shang y al Kung Fu. Así, el Chi Kung se convirtió en la práctica medular del autodesarrollo físico y espiritual. 

A Tamo se le atribuyen dos breves libros, que fueron conservados en secreto por los maestros de las Artes Marciales. Estos dos clásicos conforman los pilares de toda escuela posterior del estilo interno (nei chia) de Artes Marciales, y son probablemente los textos más influyentes en toda la historia del Chi Kung. 

El primero se llama Yi chin ching (Clásico de la transformación de los tendones) y el segundo, más esotérico, se titula Hsi sui ching (Clásico de la limpieza de la médula). Estos dos volúmenes abarcan todo lo que hay de ejercicios de estiramientos y relajación básicos que preparan el cuerpo para la Meditación, la práctica de las Artes Marciales y prácticas más avanzadas de alquimia interna, que incluyen técnicas para transformar la esencia en vitalidad espiritual. 

En la escuela budista se desalentaba el cultivo del poder personal a través del trabajo de la energía interna, por el riesgo que hay de desviarse del sendero. Se cultivaba la respiración como punto de concentración en estilo de meditación samatha (quietud) y vipassana (penetración espiritual). 

Estas restricciones se aplicaban sólo a los monjes, los laicos observaban una fusión sincrética con el Taoísmo. 


MEDICINA


Los indicios señalan que el Chi Kung evolucionó en China como una forma preventiva y curativa del cuidado de la salud, y es a mediados del siglo XX que el interés en las aplicaciones médicas del Chi Kung se reavivó repentinamente. 

Esta Escuela destaca la importancia del ejercicio físico como medio para mantener el cuerpo tonificado, equilibrado, y para estimular el libre flujo de la sangre y la energía a través de todo el sistema. Sin embargo, el tipo de ejercicio es bastante diferente de la máxima que dice: sin apremio no hay premio. El Chi Kung pone énfasis en los movimientos suaves, lentos y rítmicos, sincronizados con una respiración diafragmática profunda. 

La escuela médica adoptó numerosas formas de los ejercicios: el dao yin, el juego de los cinco animales, el baduan yin, el tai chi chuan, masajes de acupresión, etc. Su particularidad es el poco uso de la mente y la visualización, al modo como hacen los taoístas en los ejercicios, aunque se reconoce la importancia de la tranquilidad y el equilibrio emocional. 

En el año 610 d.C., el profesor imperial de medicina Chao Yuan Fang editó el primer libro chino especializado en patología, en 50 volúmenes. Registra 1270 tipos diferentes de enfermedades, explicando los síntomas, las causas y los principios terapéuticos de cada una. El rasgo extraordinario es que sólo prescribe como remedio la práctica de 400 tipos de ejercicios Chi Kung según sea la enfermedad. Otro médico erudito fue Sun Si Miao, famoso por haber expuesto la terapia Chi Kung de los seis sonidos curativos. 

Básicamente, hay dos tipos de Chi Kung médico: preventivo y curativo. En este último existe también la modalidad de trasmitir energía curativa del maestro sanador al paciente, conocido en chino como fa-shi. Esta técnica actualmente es estudiada por los científicos chinos para tratar enfermedades terminales, severas y degenerativas. 


ARTE MARCIAL


Después de que Tamo enseñó a los monjes chinos a integrar el ejercicio físico en sus prácticas de meditación, y a los artistas marciales cómo potenciar sus destrezas físicas con el cultivo del espíritu, las Escuelas marciales y de meditación del Chi Kung construyeron sus prácticas sobre la idea del elixir interno (nei dan) de la energía como piedra angular del poder físico y de la lucidez espiritual. 

Desde los tiempos de Tamo, las artes marciales han seguido el camino de la práctica de la energía interna y han utilizado lo espiritual para manejar la energía, y la energía para cultivar las destrezas marciales. 

La Escuela Marcial tomó prestadas ciertas técnicas de la Escuela Médica del Chi Kung. Por ejemplo, los meridianos y los puntos vitales del sistema de energía humano fueron estudiados cuidadosamente para aprender cómo la energía se desplaza por el cuerpo, y se desarrollaron técnicas específicas de lucha para incapacitar a un rival con el simple hecho de golpear uno o más puntos específicos, de forma que el cuerpo se paraliza inmediatamente. 

El Kung Fu contaba con 72 artes especializadas, entre ellas; campana de oro, palma de hierro, correr sin hollar la hierba, 18 monjes, que incorporaban ejercicios de Chi Kung en su entrenamiento. 


FORMAS DE CHI KUNG


Ha habido diversas formas de clasificar estos ejercicios: una es la que acabamos de mencionar; otra es dividirlo en jing gung, o prácticas estáticas, y dung gung, o prácticas en movimiento, también como la forma yin y yang del Chi Kung. 

Las formas en movimiento, suelen definirse como aquellas que implican movimientos externos del cuerpo mediados por una quietud interna de la mente. Los principios básicos son rou, la ductilidad; mou, la lentitud, y ho, la suavidad. Su propósito es mantener las partes activas del cuerpo sueltas y flexibles con el fin de estimular la circulación sanguínea y la energía a través del sistema. Todo se resume en la frase buscar la quietud dentro del movimiento. 

Las formas estáticas están definidas por la quietud externa del cuerpo, combinada con el movimiento interno de la energía, o cómo buscar el movimiento en la quietud. El propósito es mantener la mente totalmente sincronizada con la respiración. 

Desde que Tamo reunió las tradiciones marcial y meditativa del Chi Kung, el movimiento y la quietud han compartido el mismo rango de importancia. 


EQUILIBRIO EN EL CHI KUNG


Los sistemas de Chi Kung también se pueden clasificar según la parte del sistema humano al que aportan equilibrio. 

-El equilibrio del cuerpo (tiao chen). En estos Chi Kung el equilibrio se alcanza mediante ejercicios y relajación. A medida que el cuerpo se relaja, el sistema nervioso autónomo se activa, equilibrando también el sistema endocrino y estimulando los mecanismos curativos del cuerpo. 

-El equilibrio de la respiración (tiao shi). Al equilibrar la respiración mediante movimientos rítmicos del diafragma, llamada respiración de compresión o de las fosas nasales alternadas, se equilibra también el sistema energético, el emocional, se armonizan las 5 energías elementales de los órganos, se equilibra la polaridad yin yang, se estimula la circulación de la energía por los meridianos y se sincroniza el campo energético del hombre con el de la Naturaleza. 

-El equilibrio de la mente (tiao shen). Supone controlar las funciones cerebrales posnatales de la mente humana adquirida, de manera que puedan manifestarse los poderes prenatales del espíritu primordial. 

La clave para dirigir la atención de la mente es la facultad del espíritu primordial conocida como yi (voluntad). Es el agente que nos permite ejercitar el control volitivo sobre nuestro cuerpo, respiración y mente. 

Todas estas variedades de estilos, formas y escuelas se reducen básicamente a tres categorías de la práctica del Chi Kung: medicina, meditación y arte marcial. El denominador común es el chi, la energía, que, como diría Lao Tse, carece de sonido, carece de sustancia, de nada depende, es inmutable, omnipresente, implacable. Podemos pensar en ella como la madre de todas las cosas bajo el cielo. 


EL CHI KUNG Y LOS TRES TESOROS


El Chi Kung está inmerso en las concepciones que conforman la mentalidad china. Una de estas concepciones es el San Bao, los Tres Tesoros, que son shen, chi y jiang, (espíritu primordial, energía y esencia), como réplica microcósmica del universo macrocósmico compuesto por los tres poderes, tien, rem y ti, (Cielo, Humanidad y Tierra). El Cielo es la fuente del espíritu primordial y de la conciencia universal, esencialmente abierto y vacío, naturalmente radiante y claro. Brinda al espíritu humano (shen), la primordial virtud del Tao, que potencia la mente humana con la capacidad de realizar la conciencia primordial pura, conocida como Iluminación en el Budismo y como inmortalidad en la tradición taoísta. Afirma el clásico de la medicina interna del Emperador Amarillo que el cielo fue creado por la acumulación de yang. La Tierra se refiere al mundo material, la fuente de las fuerzas naturales, las cinco energías elementales y el escenario donde se producen las transformaciones cíclicas. La Tierra expresa su poder en la vida humana a través de los instintos básicos de la supervivencia y de los impulsos primarios de la procreación y propagación de las especies conocidas como el jiang o la esencia. La Humanidad o rem es específicamente el sabio, el santo, el soberano, que a diferencia del hombre común resume en sí lo mejor del cielo y de la tierra, equilibrando y sirviendo de puente y emisario de las bondades de ambos. Para lograr esto, el hombre debe hacer en sí mismo lo que hará en la Naturaleza, es decir, armonizar el Shen (espíritu), equivalente al cielo, con el Jiang (esencia), equivalente a la tierra, y lo que relaciona a ambos, que es el Chi (respiración, energía), equivalente al Rem-Humanidad en cuanto a función.

TIEN SHEN 

REM CHI 

TI JIANG 


Así llegamos a los Tres Tesoros que son el vínculo triangular que conecta a todos los seres humanos con el poder y sabiduría infinita del Universo, y comprende los componentes básicos de la Escuela del Chi Kung de la Alquimia interior, nei gung (trabajo interno). 

En el Clásico de Wen Tse de hace 2.000 años se señala que el cuerpo es el templo de la vida. La energía es la fuerza de la vida. El espíritu es el gobernante de la vida. Si uno de ellos se desequilibra, los tres resultan dañados. 

Antes del nacimiento, los Tres Tesoros están agrupados en una unidad sin fisura, conocido como su aspecto prenatal. Esta especie de semilla empieza a brotar en el momento mismo de la concepción, diferenciándose del resto del Universo como una gota de agua que se desprende de una ola en el océano. Al nacer, los Tres Tesoros se separan en tres manifestaciones postnatales, la esencia en el cuerpo, la energía en la respiración y el espíritu en la mente, mientras sus raíces prenatales se conservan en una profunda reserva como esencia, jiang; energía, chi, y espíritu primordial, Shen. Revisaremos la relación pre y postnatal de los Tres Tesoros: 

Jiang, o esencia prenatal, es la fuerza creativa primordial del Universo, de la que el hombre recibe una medida a partir de la fusión del esperma y el óvulo, y se almacena en las glándulas sexuales y suprarrenales. 

Su condición postnatal es el cuerpo, como esencia nutritiva y material de los alimentos, el agua y el aire. Sus formas más importantes son los fluidos corporales vitales, como la sangre, las hormonas, los neurotransmisores, el fluido cerebro-espinal, etc. El lugar que corresponde a la esencia postnatal es el tan tien inferior. 

El chi en su condición prenatal es el poder primordial del Universo, su naturaleza es la constante actividad y la perpetua transformación, y se asocia estrechamente con la esencia prenatal. 

La energía postnatal se refiere a las 5 energías elementales de los sistemas de los órganos vitales: la respiración, el habla, el movimiento corporal y el metabolismo, además de la energía emocional. Esta energía está centrada en el tan tien medio, y se puede controlar mediante métodos equilibrados de respiración Chi Kung. 

El shen o el Espíritu primordial, en su condición prenatal, es la mente del Tao, que está presente en todo el Universo y dota a todo ser sensible con la luz original de la conciencia. Permanece profundamente oculto como una perla preciosa en la concha temporal de la mente humana, su condición postnatal. 

Es como un nómada intranquilo que va de un lapso vital a otro, alojándose en este cuerpo y después moviéndose a otro sin que jamás le reconozcan sus anfitriones pasajeros, hasta un día en la vida del hombre en que su mente terrenal despierta a la sutil presencia del espíritu primordial y la libera de las ilusiones. Este aspecto de la mente humana es su condición prenatal e inmortal, y reconocerlo significa superar el miedo a la muerte y encontrar la paz interior, fin último del Chi Kung espiritual. El espíritu postnatal reside en el tan tien superior. 

El objetivo espiritual del Chi Kung o Alquimia interna (nei-gung) es cultivar los Tres Tesoros, con los que logran salud y longevidad, condiciones necesarias para alcanzar la inmortalidad. 


EL TRABAJO DE LA ENERGÍA


Aquí también nos acompaña la polaridad wai-gung, nei-gung (trabajo externo e interno). 

El trabajo externo incluye los movimientos rítmicos y las posturas equilibradas del cuerpo, diseñadas para dirigir y fortalecer la energía conducida por los meridianos o canales. 

Lo que no se ve, pero que los practicantes sienten, son los aspectos internos, denominados con toda propiedad Alquimia interior. 

En la práctica, sólo el objetivo y propósito puesto en esta disciplina distingue si el camino es interno o externo. 

El Maestro taoísta Chao Pi-Chen, escribió: en el campo del elixir inferior (tan tien inferior), por debajo del ombligo, es donde la fuerza generativa (esencia) se sublima en vitalidad (energía); el campo medio del elixir (tan tien medio), en el plexo solar, es donde se sublima la vitalidad en espíritu; en el campo superior del elixir (tan tien superior), en el cerebro, es donde el espíritu se sublima para encumbrarse hacia el espacio. 

La fuerza generativa (esencia) se transforma en vitalidad (energía) cuando el cuerpo esta quieto; la vitalidad se convierte en espíritu cuando el corazón está sereno; y el espíritu vuelve al vacío debido a la mente o pensamiento inmutable. 

Éste es el fundamento del Chi Kung. Mediante la respiración, su ejercicio y dominio iniciamos el cultivo de los Tres Tesoros. Pero no podemos aislar o excluir la totalidad. 

Además de este aspecto trino y de la dualidad, la Unidad, el Todo coherente, es muy importante. 

La práctica del Chi Kung involucra toda la personalidad, la postura, el cuerpo, la respiración, el ritmo energético; la actitud que se describe como la sonrisa interior, su aspecto emocional y, con la concentración y visualización, la parte mental. 

Hay dos ciclos que produce la práctica y se conocen como el ciclo de nutrición y el de control. El ciclo de nutrición es el ciclo yin (yin inferior nutre al yang), y el ciclo de control es el yang (yang superior controla el yin). 

Mediante la respiración, la esencia vital de las hormonas, en especial las secreciones sexuales, se transforman en energía. Esta energía es impulsada hasta el tan tien superior, donde se transforma y refina en energía espiritual. Pero para lograrlo se necesita concentrar la mente y armonizar la respiración. Al lograr esto se alcanza un equilibrio adecuado de la esencia (hormonal, neurotransmisores, etc.) que nutrirá a la energía. 

Es todo a la vez, pues el ciclo de nutrición y control son continuos, y se incrementan hasta alcanzar el máximo refinamiento, que es la condición para restaurar la unidad primordial de los Tres Tesoros y devolverlos a la fuente universal, la inmortalidad, como una gota de agua que se desliza al brillante mar. 

Estas notas resumidas sobre el Chi Kung darán al practicante los fundamentos de la respiración y el contexto y alcance de estos ejercicios, que van desde el fortalecimiento físico, hasta el desarrollo de los niveles energéticos y su relación con la meditación en las Artes Marciales. 

Quedarían por desarrollar en detalle los aspectos fisiológicos, de los cuales ya hay muchos estudios, la dinámica del chi a través de los meridianos, basado en la teoría de la Acupuntura y lo relacionado con la concentración, visualización y la meditación. 


Daniel Salinas


EL SUN TZU,LA GUERRA Y EL TAI CHI CHUAN :

Las Estrategias Guerreras de Sun Tzu y su aplicación en el Tai Chi Chuan
José A.Vera de la Poza - Instructor de Tai Chi Chuan

Sun Tzu o Sun Zi fue un estratega chino muy famoso que vivió alrededor de 557 a.C. Se hizo famoso por su libro "Las estrategias de lucha de Sun Zi" (Sun Zi Bing Fa), a menudo traducido como "El arte de la guerra", ha sido estudiado por los soldados chinos durante siglos, convirtiéndose en lectura obligada en la mayoría de las escuelas militares de todo el mundo. Aunque tiene por objeto el campo de batalla y los movimientos de tropas, es un libro perfectamente aplicable a los conflictos individuales 

A continuación, extraemos algunas de las enseñanzas que nos legó este misterioso filósofo guerrero chino 

Conociendo al adversario y a ti mismo, cien batallas sin derrota. Sin conocer al adversario y conociéndote a ti mismo, una victoria, una derrota. Sin conocer al adversario ni a ti mismo, todas las batallas estarán perdidas. 

En un conflicto (combate marcial), si conocemos a nuestro contrincante y a nosotros mismos, seremos capaces de configurar una estrategia acorde con la situación, y ganaremos en cada ocasión. Cuando nos conocemos a nosotros mismos pero no conocemos al enemigo, entonces estaremos a merced de la suerte y sólo tendremos un cincuenta por ciento de oportunidades de ganar. Si no conocemos al enemigo ni a nosotros mismos, entonces la derrota será inevitable. 

En una batalla, usa la regularidad para combinar (entablar combate), (pero usa) la sorpresa para ganar. Por eso, aquel que es bueno utilizando la sorpresa, (su estrategia) no tiene límites, como el cielo y la tierra, (su sabiduría) no está seca, (es) como un río o arroyo. El proceder de la batalla no es otra cosa que usar la regularidad y la sorpresa. El cambio entre regularidad y sorpresa (es) ilimitado. Sorpresa y regularidad crecen mutuamente, como un ciclo sin fin. ¿Quién puede ponerle límites (comprenderlo)? 

La regularidad, en lo que a organización y procedimientos habituales se refiere, es el Yang. La sorpresa o el cambio es el Yin. La regularidad permite que nuestras unidades (en una clave, el despliegue de nuestros brazos y piernas en el combate) puedan combinarse y trabajar en equipo para fortalecerse. Regularidad también quiere decir que podemos elaborar rutinas y técnicas que nos permitan desarrollar y usar la máxima potencia. 

Sin embargo, si siempre seguimos la mismas rutinas, nuestro adversario puede idear formas para combatirlas, por lo que debemos sorprenderle, introduciendo cambios en aquéllas, con el fin de que esté siempre en tensión y no pueda movilizar eficazmente sus fuerzas. En el entrenamiento y la lucha individual, debemos crear rutinas de secuencias, pero nunca estar atados a ellas. Debemos emplear la repetición para que el contrincante espere que ésta se produzca de nuevo, pero entonces debemos cambiar para sorprenderlo y así derrotarle. Si somos capaces de combinar regularidad y sorpresa (que puede ser sustancial e insustancial, lleno y vacío) con habilidad, podremos responder a las acciones de nuestro adversario con una variedad ilimitada de acciones. 

Por eso, al usar soldados, la forma definitiva es no tener forma. Si no hay forma, es como un profundo torrente de montaña que no puede ser sondeado, y (ni siquiera) un sabio puede idear una estrategia (contra ti). Todo el mundo (cree que) entiende como consigo las victorias por la forma (que ve), pero nadie sabe la forma de cómo consigo las victorias realmente. Por eso (yo) no repito (mis) victorias, y (mi) respuesta a las formas (situaciones) es ilimitada. 

Cuando luchamos, la estrategia definitiva es que parezca que no tenemos estrategia. Si el contrincante no sabe cuál es nuestra estrategia, o si parece que no la tenemos, no será capaz de idear una estrategia contra nosotros. Si el enemigo cree que nos conoce bien, será capaz de trazar una buena estrategia y parecerá que nos va venciendo. Sin embargo, como nuestra estrategia no tiene forma, habrá basado sus acciones en una ilusión, y acabará siendo derrotado. Cuando atacamos, él cree que sabe nuestro plan (nuestra forma), y puede contraatacar. Pero se trata sólo de un amago para hacer que se descubra y actúe. Una vez que sus planes han tomado forma, nosotros basamos nuestra estrategia en esa forma y actuamos en consecuencia. Como nuestra estrategia no está atada a ninguna forma en especial, puede experimentar infinitas variaciones y nunca repetirse 

En conclusión, los soldados (las estrategias) son como el agua. La forma (naturaleza) del agua (es) huir de lo alto y fluir hacia lo bajo. La forma (correcta disposición) de los soldados (es) evitar lo sustancial y atacar lo insustancial. El agua llega a convertirse en un arroyo debido a la forma del suelo; los soldados obtienen la victoria respondiendo a (la forma de) el enemigo. Por eso los soldados no tienen un estatus (postura, disposición) fijo, y el agua no tiene una forma fija. (Ser) capaz de cambiar según la estrategia del enemigo y ganar la batalla es a lo que se llama Shen (Iluminación Espiritual). 

El agua evita las alturas y fluye hacia lo bajo. Al dirigir soldados o al luchar, debemos evitar lo sustancial (puntos fuertes) y atacar lo insustancial (puntos débiles). Al igual que el agua puede convertirse en una poderosa corriente siguiendo la forma de la tierra, los soldados también pueden convertirse en una potente fuerza de ataque respondiendo a la forma del enemigo y correspondiéndose con ella. Basar nuestra estrategia en la del enemigo es el camino de la victoria, y está considerado como la Iluminación Espiritual. En Tai Chi Chuan esto se llama renunciar a uno mismo y seguir al adversario. Si no nos resistimos al contrincante y nos pegamos a él dondequiera que se mueva, nunca será capaz de encontrarnos y atacarnos eficazmente, y nosotros siempre sabremos donde está y cuál es su trama. Por eso podremos vencerlo con certeza. 

Thomas Cleary, autor de una de las versiones más conocidas de esta sublime obra de la estrategia, nos dice: "Como estudio de las anatomía de las organizaciones en conflicto, El arte de la guerra puede aplicarse a las rivalidades y conflictos en general, en todos los niveles de las relaciones, desde el nivel interpersonal hasta el internacional. Su objetivo es la invencibilidad, la victoria sin batalla, y la fortaleza inexpugnable mediante la comprensión de los aspectos físicos, políticos y psicológicos del conflicto". Es una buena muestra de la paradoja taoísta: El arte de la guerra, posiblemente, se opone a la guerra.


 

GOLPEAR AL MIEDO Y CENTRARSE :

Golpear al Miedo

Un acercamiento a las Artes Marciales Filosóficas
Juan Rivas Peña - Instructor de Nei Kung

El proceso de "occidentalización" de las Artes MarcialesEl gran crecimiento que han experimentado las Artes Marciales en el último siglo y su expansión a nivel mundial, ha resultado en un proceso de absorción de sus ideas y técnicas por estructuras y métodos occidentales. 
Siguiendo la inexorabilidad de los procesos históricos, esta adaptación se alineó con la transformación colectiva que occidente desarrolló en los siglos XIX y XX. Durante estos años, el auge de la corriente materialista estrecha drásticamente los horizontes de lo "real" a manera de un estricto filtro que sólo permite pasar el umbral del mundo de la razón a aquello que cuadre en sus criterios y reglamentos de manera perfecta e inequívoca. Evidentemente las Artes Marciales no serán la excepción al fenómeno y llegarán al "nuevo mundo" a través de estructuras ya establecidas a las que tendrán que amoldarse para completar el pasaje. 
Si bien esto no es más que un breve resumen, en este curioso pero decisivo salto cultural, las Artes Marciales "occidentalizadas" pierden su esencia, el espíritu que les dio origen y la sangre que sustentó su vida a lo largo de siglos. 
Hoy en día, si bien es común asociar la tradición marcial de oriente con la filosofía e inclusive el misticismo, esta asociación es finalmente tan vaga y general que no repercute en métodos de práctica concretos derivados de ella. 
Para rescatar el espíritu original de las Artes Marciales y redescubrir el secreto que guardan como camino de transformación, se hace indispensable recurrir a visión y práctica filosófica.

¿Por qué filosofía para las Artes Marciales?Esencialmente, el concepto se centra en que para profundizar la práctica de una arte marcial, es indispensable que el practicante realice paralelamente a su entrenamiento, un proceso de autoconocimiento permanente y que debe ser tomado con tanta o más seriedad que el entrenamiento en si mismo. 
Esta es la diferencia clave que hace insalvables las distancias entre los antiguos guerreros y los artistas marciales de la actualidad. El exclusivismo que ganaron las técnicas sobre sus fundamentos filosóficos cortaron una parte de la preparación del discípulo que le impide avanzar en su desarrollo más allá de un cierto punto que será su obstáculo definitivo si no se propone llevar el desafío al siguiente nivel: el combate consigo mismo. 
A pesar de lo que pudiera pensarse no es del todo obvio para cualquier practicante de artes marciales el echo de que en un combate el primer enemigo a vencer (y el único que tiene sentido en última instancia) son las propias limitaciones, vicios y trabas; y frente a la ignorancia y el desconocimiento de esas limitaciones y obstáculos, es muy poco lo que se puede hacer para superarlos. 
Está claro que esto no es un secreto, pues esta idea está bastante difundida dentro de lo que se podría llamar el "folklore" marcial, pero en la enorme mayoría de los casos no se trata de manera específica sino, como decía anteriormente, como un concepto vago y sin aplicación directa. 
Este es un punto muy importante, pues de la misma forma que la práctica técnica de un Arte Marcial no se trata de simplemente juntarse con otras personas a darse golpes para ver lo que va sucediendo y qué cosas tal vez se aprendan o incorporen con el tiempo; sino que muy por el contrario, existen prácticas concretas para cada etapa del aprendizaje, que se adaptan a las posibilidades del discípulo y que, sobre todo, apuntan a obtener o desarrollar una capacidad o habilidad específica que le es indispensable para avanzar en el camino de su entrenamiento; asimismo el estudio filosófico y el conocimiento de sí mismo deben adoptar una tónica similar para obtener resultados que se pueden medir como reales en la medida en que se vuelvan útiles en lo cotidiano, y por extensión, en el entrenamiento marcial. 
En consecuencia, para obtener una aproximación completa y global al auténtico espíritu de las Artes Marciales, una escuela debe ser, por definición, filosófica y debe disponer de los medios para incorporar la filosofía como parte del entrenamiento marcial para aquellos practicantes que estén dispuestos a dar el siguiente paso y utilizar las Artes Marciales no como un mero divertimento sino, haciendo honor a los Ideales de aquellos que las generaron y promovieron en el pasado, como una vía para la conquista de uno mismo.

Naturaleza guerrera de la filosofíaEl mayor obstáculo a vencer para que un practicante de combate deportivo se acerque a esta "nueva" (no por novedosa, sino por renovada) visión de las Artes Marciales, radica en el muy extendido prejuicio que ha ganado a la filosofía en toda nuestra cultura: que se trata de algo aburrido, lento, innecesariamente complicado, y que de ninguna manera aportará nada a un entrenamiento marcial. 


Sin embargo al tomarse el trabajo de quitar los prejuicios y aproximarse a la filosofía y a los filósofos, se encontrará que aquellos que con sus obras y sus enseñanzas han vencido al tiempo y sobrevivido a todas las épocas y paradigmas, vivieron sus vidas como guerreros absolutamente comprometidos con su pensamiento, de la forma más intensa y dispuestos a llevar adelante sus ideas sin importar los enemigos que hubieran de enfrentar y ni siquiera si ponían con ello en riesgo sus propias vidas. 

Platón, Confucio, Epicteto, Buda, Marco Aurelio, Séneca, Giordano Bruno... 

Todos ellos son sólo algunos ejemplos de verdaderos guerreros que proponen vivir la vida como un desafío, apelando al valor, la fuerza y la inteligencia para no temer ni esquivar el combate y ponerse a prueba en lo difícil y estar donde sólo los guerreros se atreven a estar y hacer lo que sólo los guerreros se atreven a hacer. 


La filosofía será aburrida para quién no se tome el trabajo de buscarla detrás de los prejuicios que hoy la ocultan. La filosofía será la más grande de las aventuras para quién tenga el valor de acercarse a ella y vencer la inercia de la costumbre y la cotidianidad para poner en práctica sus enseñanzas. 



El aporte concreto de la Filosofía a las Artes Marciales en el Instituto BodhidharmaLa práctica de un arte marcial evidentemente pone al discípulo frente a sus limitaciones físicas, pero también lo pone frente a sus limitaciones psicológicas, sobre todo de tipo emocional. Y mientras que para el primer caso se cuentan con técnicas y prácticas para irlas superando de forma gradual, metódica y controlada; en el segundo se espera que el practicante, sólo y por sus propios medios, vaya resolviendo sus trabas y conflictos. 



Aquí la filosofía le imprime a las Artes Marciales su aporte fundamental. La filosofía enseña que el hombre es un ser complejo en el que coexisten distintos tipos de características con sus propias necesidades e intereses. Desde un punto de vista útil al entrenamiento, podemos decir que todos tenemos un componente físico, un componente energético, un componente emocional y un componente mental. No todos funcionan de la misma manera ni reacción igual frente a un mismo estímulo y esto es algo muy interesante para observar en uno mismo en ocasión de un combate, puesto que cada una de estas partes sigue un proceso distinto de las otras y que debe ser hábilmente manejado por el individuo para tener el control de la situación. Conocer las principales características de estos elementos componentes, la naturaleza específica de cada uno y su respuesta frente a los estímulos, otorga todo un nuevo y enorme campo de trabajo y perfeccionamiento que la sola práctica técnica jamás alcanzará. 


A partir de este punto las posibilidades de profundizar llegan hasta donde se quiera. Buscar el origen del miedo dentro de este esquema nos llevará por insospechados caminos y por la posibilidad de poner en práctica el control de ésta y muchas otras emociones como son la ira o la inseguridad, en la práctica dentro del Dojo y mucho más aún, encontrar verdaderos resultados. 

Uno practica patadas y golpes porque entiende que son herramientas que nos vuelven más poderosos, en el ultérrimo sentido en que nos permiten hacer más cosas. Conocerse a uno mismo a través de la filosofía puede funcionar de la misma manera y lo arriba mencionado no pretende ser una explicación sino sólo una muestra de que el estudio de la filosofía no sólo no se contradice con la práctica de un Arte Marcial sino que le permite llegar a un nivel que, separada de ella, nunca alcanzará. 


La importancia de centrarse

Es casi un tópico repetir que a pesar de que los variados medios técnicos que tenemos a nuestra disposición nos facilitan considerablemente las cosas, vivimos la vida con una aceleración y un ritmo desaforado que no siempre podemos soportar con equilibrio.


Las consecuencias son muy numerosas y con frecuencia se nos suele advertir de los peligros para la salud de una vida cargada de tensiones y de prisas. Pero no siempre recordamos otros riesgos de tipo interno que afectan de manera profunda a nuestro sentido de la existencia. Y los podemos resumir de manera sencilla y metafórica señalando con qué facilidad perdemos nuestro centro, nos salimos del eje que debería ordenar y acompasar el ritmo de nuestros pasos, con arreglo a nuestras metas y objetivos, elegidos por nosotros mismos. 

A veces las circunstancias vienen en nuestra ayuda y nos obligan a detenernos, nos quedamos a solas con nosotros mismos y no nos queda más remedio que volver a nuestro centro interior y escuchar. Es muy importante aprovechar oportunidades así para recuperar el centro y el equilibrio perdidos y volver a trazar la "hoja de ruta" de nuestras vidas, con el firme propósito de no desviarnos, por más que las infinitas distracciones reclamen nuestra atención. 

Tener un centro nos ayudará a saber concentrar nuestras energías y jerarquizar nuestros esfuerzos con arreglo a lo que nos proporciona solidez y claridad en nuestras decisiones. Y el resultado de todo ello es la serenidad que produce el deber cumplido, tan diferente del atropellado desconcierto en que vivimos.


EL MISTERIOSO ARTE DE VENCER :

El Misterioso Arte de Vencer

Jorge Angel Livraga Rizzi

En el acto de estar erguido como una lanza que avanza contra el viento a través de la niebla, más allá de lo conocido y lo desconocido, reside el ser filósofo. 
Filósofo significa el enamorado de la Verdad, el enamorado de la Sapiencia, aquel que pone todas las cosas por debajo de la búsqueda de esa Sapiencia. 
Un enamorado tal vez no es un ser del todo inteligente, pero sí es un convencido de que va a llegar a la meta que se ha propuesto, alguien noble que trata con todas sus fuerzas de alcanzar aquello que se vislumbra más allá.
Hoy el tema que voy a tocar es el del misterioso o difícil Arte de Vencer. Cuando digo vencer, no me estoy refiriendo a vencer sobre nadie, abatir puertas, echar abajo murallas, sentir que otros son más débiles que nosotros, sino a algo mucho más profundo. Hace muchos años tuve un Maestro que me decía que el Arte de la Felicidad estaba en lograr objetivos, pero no a costa de otros, sin basarse en la infelicidad de los demás; y en cierta forma el Arte de Vencer consiste en poder llegar a nuestras metas sin utilizar a los demás como peldaños, sin encaramarnos sobre la cabeza de los débiles, sin pisotear a aquellos que aparentemente nos están cerrando el paso, sino de una manera muy diferente, de todo corazón y con toda fuerza. ¿Qué es este difícil o misterioso Arte de Vencer?

Hay personas que, parece ser, vienen al mundo con una estrella y todo les sale bien. Hay otras, en cambio, a las cuales les es muy difícil lograr cada cosa. Y encontramos a veces a los Elegidos de la Historia, que con su sola presencia pueden hacer verdaderos milagros.

Recuerdo un atardecer en Grecia, hace dos o tres años; en Macedonia, para ser más exacto. En ese atardecer rodaban mis lágrimas. Yo estaba en las ruinas de Filipópolis y estaba leyendo unos fragmentos de cartas de Filipo Sother. Filipo Sother narraba cómo ellos habían marchado con Alejandro, y que cuando lo hacían, en verdad podían realizar milagros, gestar maravillas, pero desde que Alejandro murió, ellos nada más que podían hacer pequeños prodigios. Querían ser grandes, pero no podían dejar de ser, de alguna manera, mediocres y pequeños. Ellos no podían decir que eran hijos de Amón, sino que eran hijos de hombre y de mujer. 

Y cuántas veces, mis queridos amigos, cuántas veces nosotros nos encontramos en la vida queriendo hacer una proeza, algo maravilloso, pretendiendo avanzar de tal manera que todos nos vean, nos sigan, y sin embargo, tan sólo podemos dar pequeños pasos; cuántas veces querríamos cantar como cantan los mirlos, cuántas veces querríamos volar; y sin embargo, solamente salen de nuestra garganta pequeñas voces oscuras, o nos vemos limitados a tener que andar sobre nuestros pasos, andar y andar hacia ese horizonte que nunca acaba. De ahí entonces que nos preguntemos, de todo corazón, como filósofos, en qué consiste el Arte de Vencer. ¿Por qué algunos vencen y otros no lo pueden hacer?

Tal vez, mis queridos amigos, la vida sea como el cable del micrófono que tengo en las manos, del que uno no sabe exactamente qué longitud tiene, y hay que estar preparados y sensibilizados para notar cuándo llegamos al final, cuándo nos está avisando de alguna manera la adversidad de que hasta aquí podemos llegar.

El acto de vencer, entonces, no sería convertirnos todos en Alejandro, porque no todos podemos ser Alejandro, ni Alejandro puede ser tampoco cada uno de nosotros. Cada cual es lo que es, y el Arte consiste en ser lo que nosotros somos realmente, en nuestra verdadera, en nuestra propia dimensión, sea cual sea nuestro tamaño.

Todas las antiguas Culturas, las viejas Civilizaciones, tenían sistemas llamados de Iniciación, en los cuales se potenciaba al hombre. Por lo general, tenemos una idea bastante equivocada de lo que eran las antiguas Iniciaciones, creemos que consistían en, digamos, recetas, fórmulas; es decir, que se presentaba ante nosotros Pitágoras o Platón, y nos decía: «Tú te vas a levantar a tal hora, vas a comer un huevo de tal manera y luego vas a dormir de tal forma». No, desgraciadamente, parece ser que no era tan fácil, porque si no, muchos habrían llegado al final del camino. No, no era tan fácil, sino mucho más humano.

Hoy todo lo imaginamos a través de fórmulas, todos los triunfos y las soluciones las ideamos a través de sistemas. Si algo va mal, está fallando el sistema político, si tenemos problemas económicos falla la administración, y no nos llegamos a preguntar en un momento dado: ¿no será algo humano? De alguna forma, ¿no seré yo? ¿Hasta dónde llega el valor de los sistemas? ¿Hasta dónde el verdadero valor no estará en esta pizca de Dios enamorada, que es el Hombre?

El hombre tiene su valor fundamental, por eso los antiguos no trataban de comunicar a ese hombre verdades extraordinarias, cosas misteriosísimas, sino que trataban más bien de lavarlo, limpiarlo de todas las cosas del mundo, despejarlo de su propia animalidad, de sus temores, de todo aquello que pudiese impedir su marcha, para que pudiese surgir de dentro hacia fuera, como el loto blanco, desde el corazón mismo de las cosas, y alzarse hasta esa epopteia de llegar al final de cada cosa, que está representada en las columnas cuando vemos abrir sus capiteles a muchos metros del suelo. Ninguna columna abre su capitel debajo, todas lo hacen arriba. Los antiguos nos han dejado un legado de enseñanzas sobre todo esto archivado en sus imágenes.

Recuerdo el gran templo de Karnak. En el santuario de Amón, donde están los capiteles de las columnas, aquellos que están algo más alejados parece que fuesen pimpollos cerrados de lotos; los que están más cerca están abiertos completamente al Sol vertical. Es una eterna enseñanza que nos invita a acercarnos a nosotros mismos, a ese centro de poder que todos tenemos en nuestro interior.

Las antiguas civilizaciones se ejercitaban generalmente a través de cuatro grandes grupos de Pruebas: Tierra, Agua, Aire y Fuego. Exotéricamente, o sea, exteriormente, esto tiene que ver realmente con la tierra, el agua, el aire y el fuego, pero esotéricamente tiene que ver con ciertos componentes de nuestra personalidad, o sea, con nuestro cuerpo físico, nuestro vehículo de energías, nuestro vehículo psicológico y nuestro vehículo mental, aquel del cual surgen todas las cosas que nosotros recibimos, obtenemos y ofrecemos. Pero las Pruebas en sí eran de carácter realmente físico y reales, muy reales.

Se han encontrado, cerca de Siracusa, los restos de un pozo iniciático -yo los he visto- en los que hay una serie de agujeros laterales. Cuando el candidato estaba bajando al pozo, un pozo muy oscuro, por una pequeña escalera, de los agujeros salían manos que lo empujaban mientras voces invisibles le gritaban: ¡te caes! Imaginad el miedo del discípulo, que no sabía que abajo había una red esperándole, o sea que de todos modos no se podía matar. Hoy está prácticamente cegado y lo que se ve son pocos metros, pero entonces tal vez fuesen muchos más. Imaginadle cogido fuertemente a la roca, luchando por vencer su miedo y tratando de seguir adelante un paso más.

Vencer no era en ese momento llegar al final de la escalera; esa sería la victoria final. Vencer era el paso a paso, superar un escalón, el siguiente, el siguiente. Uno de los grandes errores que cometemos es que nosotros, frente a una escalera, miramos el conjunto y nos planteamos el subir o no toda la escalera. Esa no es la posición psicológica adecuada para enfrentar la adversidad, sino que hemos de plantearnos subir peldaño a peldaño. ¿Cuál es mi problema inmediato? ¡Este peldaño, no ese, ni aquel! Si mantenemos la mirada exageradamente alta, cosa que a veces les sucede a muchos idealistas, a muchos espiritualistas, es fácil tropezar con los primeros escalones y rodar al abismo. Hay que saber dónde se quiere llegar, pero paso a paso, lentamente, y sin, digamos, planificarlo demasiado. Si sabemos estirar nuestra mano, siempre va a haber algún Angel bondadoso, real o soñado, que cogerá nuestra diestra y nos ayudará en el camino.

Vosotros sabéis que las mejores espadas se hacen a golpes, y se pasan del calor al frío, del frío al calor, de una manera verdaderamente brutal. ¿No necesitaremos también nosotros ser templados? Recibir los golpes de la vida como la espada recibe los golpes sobre el yunque. El que haya visto alguna vez trabajar un yunque, sabrá que junto a los martillazos se puede escuchar otro sonido. Son los gritos del metal que se siente aplastado. Sí, la espada grita pero permanece, grita y permanece, grita y permanece; hasta que al fin ese hierro que no era nada más que un metal simple y sencillo, se va convirtiendo, por los golpes -y por haber sido inmerso en las aguas frías o en las misteriosas sustancias de la aleación-, en desnuda hoja de acero, y entonces, adquiere dureza, corte y elasticidad. ¿No será de alguna forma similar el proceso de nuestra propia forja en la vida?

Estaba leyendo en la Revista de Acrópolis, aquí en España, que acaba de salir(1), precisamente un artículo sobre las espadas. Hay en él un relato japonés en el que cae la nieve sobre un cerezo y sobre un sauce. La rama del cerezo, que es muy rígida, recibe la carga de nieve una y otra vez, hasta que se rompe; el sauce, que es más elástico, recibe la carga de la nieve y va inclinándose ante su peso hasta que la nieve cae y esa rama del sauce se levanta de nuevo. Tenemos que volver a lograr ese temple interior, entender que caer es simplemente para levantarse otra vez. Nadie cae definitivamente, pues todas las cosas en este mundo son pasajeras. Todo tiene un valor relativo, nuestros triunfos y nuestros fracasos. En base a esa humildad de corazón, podemos seguir realmente avanzando. Si logramos el dominio de esos cuatro elementos de la Naturaleza en nuestro interior -los llamados Tierra, Agua, Aire y Fuego- tal vez no hagamos milagros, no somos hijos de Amón, al menos de manera directa, pero podemos hacer ciertos prodigios.

Hay ejercicios fáciles que pueden sernos útiles a fin de intentar comprender. Coged una botella cualquiera llena de agua y mantenedla enhiesta con el brazo horizontal. Al principio parece algo muy fácil, quién no va a sostener un litro, pero cuando pasa el tiempo y la acumulación del peso y la posición de nuestro brazo se va haciendo más dolorosa, cada vez sentimos más el peso y parece que hubiese una vaca colgada de nosotros.

Haced algo diferente, poned en práctica vuestra Voluntad. Haced que vuestros ojos y vuestra mente empiecen a contar, por ejemplo, las distintas bombillas que pueda haber en el techo (sin dejar la botella). Veréis que se puede resistir mucho más fácilmente si se mantiene la mente alejada del dolor.

Sucede igual en las cosas de la vida. Si mantenéis vuestra mente agarrada a cada uno de los problemas, a esa pequeña muerte cotidiana que se nos viene encima, al temor que no han sabido lavar en nosotros porque no estamos en el siglo V a.C., no podréis resistir ni el más leve impacto de la adversidad.

Tenemos que intentar entonces alzar esa mano, rescatarla un poco de las cosas del mundo, ir imponiendo nuestra Voluntad, una Voluntad que no debe ser ostentosa, que debe marchar sola y natural.

Cuando enfrentáis una seria adversidad, tratad siempre de resistir un minuto más, no penséis que vais a aguantar una hora, un día, un año, toda la vida; no, no, un minuto más, nada más que un minuto más, y luego otro minuto más, y así, poco a poco, se irán sumando cifras mucho más grandes. El poder de nuestra mente es terrible. Haced otra prueba, medid la duración psicológica de un minuto. Cuando el segundero llegue de nuevo a su cénit, cuando dé la vuelta completa a la esfera, vais a recibir un gran premio, una inmensa felicidad (cada uno sueñe la felicidad que quiera). Vais a ver qué lento marcha el segundero, parece casi que retrocediese. Ahora hagamos la experiencia a la inversa, pensemos que cuando dé la vuelta al segundero estallará una bomba debajo nuestro, vais a ver entonces qué rápido huye, punto tras punto, diría uno que el reloj se ha vuelto loco. Sin embargo, el reloj siempre marca los mismos instantes con idéntico ritmo.

¿Qué es lo que ha cambiado? Nuestra perspectiva. Si nosotros deseamos algo con fervor demasiado apasionado, se nos hará infinitamente lejano.

Debemos saber dar a la vida el valor que realmente tiene, entonces vamos a obtener una dimensión mucho más verídica de todo lo que nos sucede. Hoy generalmente corremos tras el dinero, la fama, el reconocimiento; un automóvil mejor, un piso más grande, la última nevera que salió, que hace los cubitos redondos... así, estamos siempre en tensión, nada nos basta, porque siempre nos parece que tenemos poco, que necesitamos algo nuevo. Ese es el gran fantasma del consumismo que nos han incrustado en el alma, y es una de las peores formas de materialismo.

Sepamos conformarnos con cosas sencillas. Yo no digo renunciar a tener más, digo simplemente estar en paz con el propio corazón, y luego ver de qué manera podemos prosperar un poco más. El secreto está en saber realmente qué es lo que podemos hacer, cómo lo podemos hacer y poner toda nuestra atención y toda nuestra fuerza en ello.

En verdad, tenemos más fuerza de lo que creemos. Cada uno de nosotros, por pequeño que sea, tiene grandes posibilidades. Algunos pensarán: «Yo no voy a escribir poesías porque igual..., ¿quién me las va a editar? No soy tan bueno». Perdamos un poco ese sentido de la comparación, de la competición, esa especie de deporte insano donde nos han metido. Salgamos de esa mentalidad y hagamos las cosas por la cosa en sí. Si os vienen al alma poesías, si os bajan poesías como bajan los pájaros sobre los nidos, recibidlas, mantenedlas, echadlas al vuelo, ¡no importa que no las editen!

Cuando no había imprenta, ¿cómo hacían los poetas? En la época de Safo ¿cómo hacía la excelsa poetisa para llevar su creaciones a todo el mundo y haber llegado hasta la Edad Media, en que fueron desafortunadamente destruidas? No había imprentas, ni editores, sólo tenía poesías, y esas poesías se repartían de mano en mano, poco a poco. No necesitamos grandes medios para que nuestras creaciones y hallazgos sean reales. El libro que más quiero lo comencé a escribir cuando tenía diecinueve años, y no pensé jamás que sería editado, simplemente lo escribía porque así lo sentía.

¿Cuántos hay que tienen dentro suyo libros, mensajes, tesoros, personajes? Hay que sacarlos, hay que tener la fuerza de extraerlos fuera de sí, mostrarlos al mundo, que está sediento de cosas espontáneas. El mundo está harto de que le hablen a través de los grandes armazones de los sistemas, y quiere que le hablen de corazón, de hombre a hombre, de mujer a mujer, de persona a persona. De ahí el viejo sentido romano de la concordia, corazón con corazón. Eso no es igualdad, no -la igualdad es estéril-, sino que es algo que hace que se complementen lo uno con lo otro, como los dientes de un engranaje, en el que van entrando las salientes de unos en los huecos que dejan los demás... Y en ese entrar las salientes de unos en los huecos que dejan los demás, existe la posibilidad de transmitir la fuerza: fuerza espiritual, fuerza física, ¡qué más da! fuerza interior... la fuerza interior que lleva en sus brazos la Victoria, esa Victoria final que nos espera a todos, a través de los pequeños logros, esos que deben ser cotidianos, que deben ser continuados y que nos tienen que llenar el corazón de fe y de ilusión.

Tal vez pintáis cuadros, tal vez hacéis dibujos, ¡hacedlos! No importa que la gente los reconozca o no. Más allá de la gente, más allá del entorno, hay otro Juez, un Juez muy grande, tanto que no podemos decir qué tamaño tiene. Tan bueno que no podemos imaginarlo, y tan justo tan justo, que más allá de los actos, lee los corazones que inspiraron los actos.

Y ese gran Juez, de alguna forma, extenderá su capa sobre nosotros y abrigará nuestros pequeños logros, nuestras pequeñas ilusiones: los versos que nunca hemos escrito, los dibujos que no hemos realizado, los amores que no hemos tenido, las oportunidades que se nos escaparon, pero que viven de alguna forma mágica en ese mundo de redención sublime, y que nos acompañarán, a través de los milenios, hacia una realización interior y total.

Cada uno de nosotros, aun el más pequeño, aun el que se sienta más disminuido, aun el que crea que está más solo, tiene la capacidad de la Victoria. Tiene la capacidad de marchar y marchar a través de esos pequeños éxitos, de esos pequeños pasos que le van a lanzar poco a poco hacia adelante.

No hacen falta fórmulas, tampoco apoyos especiales; siempre se puede ir hacia adelante, perfeccionarse más y más. Cada uno de nosotros debe buscar su propia Luz, su propio lugar, y si estamos felices donde estamos, magnífico, y si no estamos felices podemos estarlo en otra parte. Lo fundamental es no hacer daño a nadie, lo fundamental es quemar nuestra propia cera, no quemar la del vecino. Lo fundamental es tener Luz. Hay que elegir: Suponed que tenemos una vela; ¿queréis tener esa vela o queréis tener luz? Si queréis tener una vela vais a estar toda la vida a oscuras, si queréis tener Luz vais a tener que consumir esa vela, coger una cerilla, rasparla y aplicarla, y dejar que se encienda la Luz, esa Luz que es siempre vertical como una espada luminosa.

De cualquier manera, las cosas materiales caen, se resquebrajan y se van. Decían los antiguos: Omnia Transit; Todo Pasa, Todo Camina..., todo va hacia el mar, como marchan las aguas; todo tiene un Destino, ¡asociémonos al Destino! Veamos cómo bajan las aguas por las montañas, cantarinas, y ¿cuáles son las aguas más puras?, aquellas que se golpean más sobre las piedras, aquellas que caen en cascadas y revientan en grandes pompas de espuma blanca; las otras, las aguas cobardes, las que se quedan quietas, en remanso, terminan por entrar en corrupción y ningún ser vivo puede habitar en ellas.

Haced de vuestro mundo un mundo de Ideas Grandes, que los buenos pensamientos y sentimientos habiten en vosotros, cantando, como si fuesen pájaros en la rama de un árbol, como si fuesen peces de colores en lo profundo del mar. Que habiten dentro nuestro grandes Seres libres y coloreados.

No os dejéis caer de rodillas, levantáos otra vez y otra vez. Apoyad vuestras manos, como alas, como garras, contra los costados de la Historia y proyectaos hacia adelante, siempre hacia adelante. Todos hemos de morir y tal vez todos hayamos de renacer. Todos estamos sujetos a la Gran Rueda, al gran Samsara. Pero más allá de todo eso, también estamos sujetos a nuestra propia Voluntad.

Hace unos años, cerca del Desfiladero de las Termópilas, encontré aquella vieja inscripción que decía: «Ciudadano, si llegas a nuestra ciudad, diles que aquí han muerto trescientos espartanos por cumplir sus Leyes». Ellos han sabido cruzar la Historia con su ejemplo. Leónidas no contó los persas que tenía delante, contó simplemente que tenía que defender un desfiladero, porque atrás quedaba el tesoro de los atenienses, un tesoro místico y cultural. Logró ganar tres días nada más, pero en esos tres días se salvaron muchas cosas. ¿Dónde están hoy aquellos hombres sino dentro nuestro? ¿Dónde están aquellos magníficos que le preguntaron a Leónidas: «Señor, hoy entramos en combate; ¿hemos de comer bastante para estar fuertes frente al enemigo?» Leónidas les contesta: «No, comed liviano, porque esta noche tenemos un gran banquete con Plutón,(2) el Dios de la muerte». No temblaron esos soldados, sino que le miraron y le dijeron: «¿Y tú, Leónidas, estarás en el banquete?», y el respondió: «Yo el primero». «Entonces, todos cenaremos esta noche contigo y con Plutón» ¿Dónde están aquellos hombres magníficos de otros tiempos? ¿Dónde están, sino dentro nuestro? No se han olvidado, no se han perdido; simplemente, los hemos sepultado con basura, con miedo, con incertidumbre.

Quitémonos todo eso de encima y volveremos a ver otra vez los cascos emplumados, y volveremos a ver otra vez la luz del cielo a través de las murallas rotas, y volveremos a sentir nuestros pasos marchar acompasados con el latir de nuestro corazón batiendo dentro del pecho. ¡Victoria, Victoria, Victoria!

http://www.acropolis.org/


EL MIEDO Y EL CONFLICTO :

Como Trabajar con el Miedo
Michel Echenique

Director Instituto Internacional Bodhidharma

Que es el Miedo 

El miedo es una interrupción súbita del proceso de racionalización. Lo primero que nos sucede cuando sentimos miedo es una interrupción súbita del proceso de racionalización, perdemos la capacidad de racionalizar una situación cualquiera. Pero ¿es necesario mantener la racionalización cuando no sabemos lo que está sucediendo? Generalmente, cuando sucede algo, generamos un prejuicio, pensamos, muchas veces sin saber exactamente lo que está sucediendo, y generamos una especie de fantasía mental. Normalmente, esa fantasía trae consecuencias, muy graves. Si estamos en una situación de peligro, sucede algo y no sabemos que es mejor no pensar. 

Es muy claro observar en una situación de peligro como las personas hacen cosas que son justamente las que no deberían hacer. ¿Por que? Porque piensan sin saber lo que está sucediendo. 

Si alguien va en el coche, entra en una curva con exceso de velocidad y piensa, lo primero que voy a hacer es frenar. Si frena va justamente a causar su desgracia, pues es ahí donde reside el peligro: frenar bruscamente en una curva yendo a alta velocidad. 

El miedo, en principio, tiene la capacidad de evitar que hagamos algo mentalmente. Él crea una situación de bloqueo, para cualquier proceso mental. 

Es muy claro observar en una situación de peligro como las personas hacen cosas que son justamente las que no deberían hacer. ¿Por que? Porque piensan sin saber lo que está sucediendo. Si alguien va en el coche, entra en una curva con exceso de velocidad y piensa, lo primero que voy a hacer es frenar. Si frena va justamente a causar su desgracia, pues es ahí donde reside el peligro: frenar bruscamente en una curva yendo a alta velocidad 

El miedo, en principio, tiene la capacidad de evitar que hagamos algo mentalmente. Él crea una situación de bloqueo, para cualquier proceso mental. 

El miedo como sensación es una parada súbita de todos los procesos de motivación, o sea, además de interrumpir los procesos de racionalización, el miedo crea una parada súbita de la motivación. Cuando sentimos el impacto del miedo, es como si algo cayese, nos quedamos sin fuelle, sin motivación para hacer cosas. Ese es el segundo fenómeno que el miedo produce y también, si observamos, es una interrupción súbita. También cuando suceden cosas, la tendencia es crear o una depresión traumática o una euforia. Hay personas que ante situaciones comunes reaccionan con euforia, hay otras que se entregan totalmente; son procesos relacionados con la motivación del individuo y en cualquier situación de riesgo o de peligro, tanto la euforia como la depresión traumática son negativas. 

Lo que causa problemas en situaciones de riesgo o de peligro es la temeridad o la entrega. Es curioso observar como, cuando las personas están inconscientes del miedo, quieren huir de él y terminan haciendo exactamente lo contrario de lo que deberían hacer. Por ejemplo, algo que sucedió conmigo en Chile: en aquel país existen muchos terremotos, la mayoría de ellos muy fuertes. Me acuerdo de haber pasado por un grado 10 de la escala Richter y es increíble ver como hay personas que dan grandes saltos pensando que de esta forma se van a salvar o que se tiran por las escaleras. 

Estas actitudes distan completamente del llamado "instinto de supervivencia", y eso no es por el miedo, sino porque las personas quieren huir de él. El deseo que tenemos cuando sucede un fenómeno de este tipo es que alguien nos pegue en la nuca y que no sintamos nada más. En estas situaciones, las personas quieren huir y, por eso, acaban haciendo tonterías. Por contra, las personas que asumen el miedo, pero lo asumen conscientemente, terminan haciendo las cosas acertadas. La mayor causa de accidentes y de muertes es el comportamiento que tenemos ante el miedo, y no el miedo en sí. 

El tercer punto de esa relación es la definición de qué es el miedo: el miedo-percepción + miedo-sensación son una inibición-bloqueo de todas las funciones fisiológicas, o sea, cuando surge el miedo, para los procesos de racionalización, para los procesos de motivación, los procesos fisiológicos y nos quedamos sin condiciones para hacer nada por un instante, ni pensar, ni sentir, ni actuar. 

Ahora yo pregunto: si estamos caminando de noche por un camino y, de repente, el camino termina abruptamente, existe un cortado de 50 metros y, sin saberlo, vamos llegando al precipicio y sentimos miedo, ¿qué hacemos? parar. El miedo paraliza, inhibe. Entonces lo primero que vamos a hacer es detenernos antes de caer al precipicio. Ese es el miedo, ni más ni menos. En principio eso es bueno, esa parada súbita es buena porque en el fondo lo que está sucediendo es una señal de que hay un riesgo y hasta que no sepamos que es eso, es mejor quedarnos quietos. 

Desde ese punto de vista, el miedo es una fuerza que tiene como objetivo evitar peligros de cualquier naturaleza y funciona como una señal que interrumpe cualquier acción imprudente. En términos concretos y objetivos, el miedo es eso y no tiene nada que ver con las reacciones sucedidas ante él, que, en nuestro caso, por razones culturales, no son naturales. Nuestra cultura no solo no nos preparó para enfrentar el miedo, sino que además nos enseñó a tener miedo de él y, por eso, reaccionamos mal. En un proceso cultural diferente, nosotros encararíamos el miedo de una forma diferente y tendríamos reacciones naturales. Esas reacciones naturales trabajan a favor del instinto de supervivencia, tanto del cuerpo como de la mente, como también de la psique humana. Por ejemplo, si yo estoy apoyado en la pared y alguien grita en mi cara, por miedo yo voy a dar con la cabeza contra la pared. ¿Fue el miedo el que generó eso o mi reacción antinatural? Cuando alguien grita y yo hago eso, esa no fue una reacción natural; fue la reacción antinatural, ¿por qué? Hay reacciones instantáneas que llamamos de reflejos condicionados y consideramos que son naturales. Pero fíjense bien que la palabra dice: reflejo condicionado, o sea, se fue condicionado, no es natural. Lo natural ante el miedo es el propio cuerpo es tener nuestras reacciones independientemente de nuestros prejuicios, es observar la situación detenidamente para saber lo que está sucediendo, y no querer huir de ella. 

En las Artes Marciales, a medida que vamos entrenando a través de los años, acabamos reaccionando de una forma lógica o natural, ante situaciones de ataque. Si alguien grita cuando va a atacarnos, el grito es como una señal de ataque. ¿Por qué ante el grito tendría yo que llevar la cabeza hacia atrás? Quien sabe, quien ha entrenado Artes Marciales, en lugar de ir hacia atrás, primero mira de donde está viniendo el grito, que tipo de grito es, o que se puede prever en relación a esa actitud y, una vez que sabe lo que está sucediendo, actúa. Hacer eso es natural. 

Y, normalmente, en Artes Marciales, quien practica desde hace mucho tiempo, cuando llega personal nuevo, utiliza justamente esos elementos para enseñar a esos principiantes lo equivocados que están. Entonces, por ejemplo: el novato se prepara, el veterano ya experimentado hace un movimiento y el novato queda todo asustado. Finalmente conseguimos llevar a la persona a donde queremos, solo por reflejos condicionados, podemos conducirla hasta dejarla sentada en un rincón. 

Eso no es natural, mas es una reacción prevista en nuestra cultura. Los reflejos naturales y propios del cuerpo son completamente diferentes, ellos no nos hacen huir ante las situaciones de riesgo, ellos nos llevan a la adaptación. Veamos la diferencia entre el reflejo condicionado y el reflejo descondicionado: el reflejo condicionado es: si A aplica una fuerza X, B tiene que aplicar una fuerza Y. Cuando rompemos ese reflejo, la situación cambia: A pasa a hacer más fuerza que antes, pues B está relajado. Eso es el reflejo natural del cuerpo. Nosotros estamos mal acostumbrados. Fuimos educados en una cultura que no nos enseña a lidiar con el miedo, y sí, en cambio a temerlo, pero eso tiene un objetivo. Por ejemplo, cuando el niño no quiere comer y la madre dice: "si no comes, el "Coco" te va a pegar". Cuando el niño entra en ese condicionamento, come incluso cualquier cosa, con tal de que el Coco no se le aparezca. Y, ¿qué es eso? Eso es manipulación. Entonces, el miedo es utilizado como elemento de manipulación para subyugar, esclavizar y dominar a las personas. Pero no es porque el miedo sea eso, y sí porque las personas exploran a las personas y vienen utilizado el miedo como mecanismo para eso. El hecho es que nosotros acabamos teniendo "miedo del miedo" y, entonces, para no sentir miedo, pagamos cualquier precio. Ese es el punto mas complejo en relación al miedo. De esta forma, el miedo no es malo, mala es la reacción que generamos ante él, porque no hemos sido educados de forma correcta para encararlo. 

Conclusión 

Tenemos, entonces, la primera conclusión de qué es el miedo. El miedo es una fuerza natural, no es mi miedo o su miedo, es el miedo. El miedo existe de forma independiente a las personas, o sea, hay algo en nosotros y también fuera de nosotros que se llama miedo, y que tiene una función en la naturaleza como podría tener el Sol, la Luna, el Agua, la Tierra o cualquier elemento. El miedo forma parte de la naturaleza y tiene como función proteger, por increíble que parezca. 

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El Conflicto en las Artes Marciales

¿Qué se entiende por conflicto en la filosofia de las artes marciales?
A la luz de la filosofía estratégica de las artes marciales, existiría lo que podríamos entender como “la magia del conflicto”. Los puntos fundamentales que sustentan dicha magia, podríamos sintetizarlos en dos apartados: naturaleza del conflicto y el conflicto no es una contienda. 
Naturaleza del conflicto 
• El conflicto es natural; ni positivo ni negativo, simplemente es. 
• El conflicto es simplemente un modelo obstructor de energías. 
• La naturaleza usa el conflicto como su motivador primario para el cambio, creando hermosas playas, cañones, montañas, y perlas. 

Conflicto no es contienda 
• Ganar y perder son metas para los juegos, no para los conflictos. 
• Aprender, crecer y cooperar son metas para los conflictos. 
• El conflicto puede verse como un don de energía, en el que ninguna parte pierde y una nueva danza se crea. 
• El resolver un conflicto rara vez se refiere a quien tiene razón. Se trata de comprender y apreciar las diferencias. 
• El conflicto comienza interiormente. Cuando soltamos la carga de los sistemas aceptados e intensificamos nuestras percepciones, entonces somos capaces de amar con mayor plenitud y libertad.


José A. Vera


EL CREDO DEL SAMURAI :

No tengo padres; 
hago del Cielo y la Tierra mis padres. 
No tengo poder divino; 
hago del honor mi fuerza. 
No tengo recursos; 
hago de la humildad mi apoyo. 
No tengo el don de la magia; 
hago de mi fortaleza de ánimo mi poder mágico. 
No tengo vida ni muerte; 
hago del Eterno mi vida y mi muerte. 
No tengo cuerpo; 
hago del valor mi cuerpo. 
No tengo ojos; 
hago del resplandor del rayo mis ojos. 
No tengo orejas; 
hago del buen sentido mis orejas. 
No tengo miembros; 
hago de la vivacidad mis miembros. 
No tengo proyecto; 
hago de la oportunidad mi designio. 
No soy un prodigio; 
hago del respeto al Dharma (Doctrina, Ley) mi milagro. 
No tengo principios; 
hago de la adaptabilidad a todas las cosas mis principios. 
No tengo amigo; 
hago del espíritu mi amigo. 
No tengo enemigo; 
hago de la distracción mi enemigo. 
No tengo armadura; 
hago de la benevolencia y la rectitud mi armadura. 
No tengo fortaleza; 
hago de la ”sabiduría inmutable del espíritu” mi fortaleza. 
No tengo espada; 
Hago del “silencio del espíritu” mi espada.


EL FUTURO DE LAS ARTES MARCIALES :

Las artes marciales, como su nombre lo expresa, son primariamente artes de guerra. Es decir, formas depuradas de combatir.

¿Abarcaría esta definición todas las conductas señaladas en el mundo de hoy por la expresión "artes marciales"? Sin necesidad de un análisis semántico se podría responder negativamente. Artes marciales son, hoy, mucho más que artes de guerra, aun cuando no excluyan del todo tal significación.

Todas estas artes o técnicas o destrezas o ritos coinciden en algunos caracteres comunes: Tienen su origen y su máximo desarrollo en el extremo Oriente. Han conocido una inusitada expansión en el mundo entero del siglo XX. Se han enriquecido con aportaciones y variantes incorporadas en diversos lugares, pero mantienen bastante definido su estilo original, sus ceremoniales. Han adquirido cada vez más carácter deportivo. Es decir, hoy en el mundo entero, son conocidas tales artes como una variedad o variedades del deporte contemporáneo. En esta configuración deportiva no han perdido del todo su viejo sabor guerrero, moral, social, filosófico. Siguen constituyendo una forma básica de entenderse a si mismo y a los demás, un estricto modo de relación ritualizada; concretamente, un estilo de comportamiento basado en un modo de entender la vida.

En una macroclasificación de las conductas de la sociedad moderna, las artes marciales podrían encajarse entre aquellas conductas deportivas mas enraizadas en el entendimiento moral-ritual de las relaciones sociales (entendido el deporte en el núcleo de las conductas lúdicas, rituales y competitivas).

HACIA DONDE VAN LAS ARTES MARCIALES

La justificación de estos enunciados obligaría a largas disquisiciones que rebasarían la dimensión aquí permitida. A lo largo del comentario surgirán razones que podrán aclarar estas afirmaciones.

Naturalmente, las artes marciales son algo mas que deporte. Sin embargo, en el momento de situarlas entre las grandes formas de conducta humana que se configuran en el mundo actual, el campo donde menos forzadamente pueden encuadrarse es el deportivo. A nivel internacional existen federaciones deportivas de las más importantes modalidades marciales, con cifras de federaciones nacionales asociadas muy elevadas, y con una suma de miembros afiliados en el mundo que las sitúan por encima de más de la mitad de otras federaciones deportivas. El judo, el karate, el taekwondo, etc., son universalmente reconocidas como federaciones deportivas, y como tales clasificadas en las enciclopedias deportivas y generales. El número de licencias federativas de judo en España ascendía en 1981 a 113.309, sólo superado por fútbol, caza y balonmano. El karate, con 44.337, está situado en el puesto décimo, por delante de otras 41 federaciones.

No son idénticos, no ya técnicamente, sino sociológica y psicológicamente hablando, deportes como tenis, golf, fútbol, hípica, esquí, vela, baloncesto, montañismo. Cada uno supone no sólo reglas muy dispares, sino ambientes sociales distintos, estilos de comportamiento singulares. Subsiste algo común a todos ellos, el espíritu lúdico, el afán de superación, la confrontación consigo mismo o con el adversario, el esfuerzo físico. Por eso todos son deportes, tal como hoy la sociedad entiende mayoritariamente esta palabra. Pero son deportes distintos; realmente mundos distintos. Las artes marciales constituyen uno de estos mundos más o menos insólitos e intransferibles, al que el deporte puede responder como predicación directa. Son deporte; aunque, como ya se ha apuntado, van más allá del mero deporte.

Desde este entendimiento de las artes marciales como gran forma deportiva se puede aventurar alguno de los pronósticos acerca del futuro de estas formas de conducta. Pero también se puede avizorar qué es lo que las artes marciales en el ámbito internacional -haciendo quizá excepción de su cuna y templo, el extremo Oriente, sobre cuyo espíritu nos está vedado opinar a los profanos- pueden aportar como valores sociales, y, fundamentalmente, qué pueden aportar al entendimiento y rumbo del propio deporte en general.

Adónde van las artes marciales como deporte

La primera respuesta es simple: Adonde vaya el deporte. Tal como está concebido y potenciado, ¿vamos hacia un deporte mejor?, ¿de mejores marcas?, ¿de verdadera calidad humana? 

El primer instrumento para poder calibrar es la diferenciación entre la cantidad y la calidad. Hay una serie de hechos evidentes -números cantan-: el deporte cuantitativamente crece en el mundo. Aumenta el número de participantes; los récords se mejoran; los seguidores del deporte-espectáculo alcanzan cifras sorprendentes. Los expertos han computado unos dos mil millones de televidentes de la final del Campeonato Mundial de Fútbol de España en 1982. Presumen los mismos expertos que la jornada inaugural de los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1984, si no surgen especiales conflictos políticos, será presenciada por mayor numero de espectadores. Ahí tenemos al deporte, que originalmente es actividad física, convertido en el mayor ocio pasivo del mundo.

Ante este crecimiento surge la duda: ¿vamos hacia un mejor deporte? Y, más allá: ¿contribuye este desarrollo del deporte al mejoramiento del hombre? El manejo de los datos cuantificados, su significación, su interpretación, no es fácil. Pero al menos son datos objetivables, cifras, mensuraciones. Por ello la ciencia tuvo que cuantificarse. La interpretación y valoración de las calidades -¡oh, la calidad de vida!- como realidad contrapuesta a las cantidades, incluso como su propia interpretación, es tarea mucho más ardua. Esa fue la principal raíz de incomprensión y decepción de la filosofía con respecto a las ciencias.

En cualquier orden de vida -aquí, el deporte- constatar la tendencia de las cifras, el crecimiento o decrecimiento, es factible. En deporte, en artes marciales como una de sus áreas más singulares, las cifras crecen, el número de participantes aumenta, las performances alcanzan altas cotas, la difusión se extiende, la espectacularidad contagia. Los campeonatos del mundo de karate desarrollados en Madrid, en 1980, fueron presenciados en directo por televisión, en algunas de sus sesiones, por unos cien millones de personas. Aunque no como las cifras del fútbol, son ya números importantes.

Pero ¿adónde vamos con estos crecimientos?

En 1975 se celebraba en París un simposium internacional sobre el tema "Deporte y progreso del hombre". Ya entonces se planteó esta reflexión crítica: ¿El llamado progreso del deporte -principalmente su crecimiento- supone verdadero progreso del hombre? Por muchos récords que el hombre llegue a batir, en velocidad, en agilidad, en potencia... siempre quedará muy por debajo de ciertos animales. Nunca correrá tan velozmente como un guepardo; ni levantará en vilo pesos como un elefante, ni saltará como un tigre. La mera constación cuantificada del "citius, altius, fortius" no tiene valor humano alguno. Sólo es apreciable si en el logro de esas marcas el hombre se ha superado en alguna manera a sí mismo, ha sido capaz de un esfuerzo con perseverancia, ha adquirido hábitos de autocontrol, de equilibrio personal, se ha enriquecido psicológica y socialmente mediante ese afán por excelencia.

Pero, llegados a performances excepcionales, cuya superación en unas décimas de segundo, en unos centímetros, van a suponer años de esfuerzos personales y derroches técnicos, cabe la pregunta anterior: ¿vale la pena tanto desperdicio en tiempo, energías, dinero, para tan minúsculos progresos? El récord que Bob Beamon estableció, para tan minúsculos progresos? El récord que Bob Beamon estableció en los Juegos Olímpicos de Méjico (1978) con 8,90 metros de longitud no ha sido alcanzado ni siquiera de lejos; no se sabe cuántos años pasarán hasta que sea batido. Los trece minutos pelados de Moorcroft en 5.000 metros lisos, en julio de 1982 suponen otra hombrada que hace solo diez años se consideraba imposible. ¿A qué conducen estas hombradas? Cuando se trata de un deporte sin medición absoluta, sino simplemente relativa (la victoria de uno sobre otro; tal es la característica general de las artes marciales), la cuantificación no se hace tan opresiva. Pero el método de superación, los esfuerzos, estudios, técnicas, organización, presupuestos económicos, etc., empleados en ello son prácticamente los mismos.

Para obtener victoria en los próximos campeonatos del mundo de karate, es decir, para superar la perfomance del equipo español que fue campeón en 1980, habrá que asimilar, entre otros estudios de las numerosas ciencias aplicadas a la alta competición, el exhaustivo trabajo elaborado por Oliva, Vicent y Fernández Benzo "Formalización del karate deportivo", en el cual, después de registrar sistemáticamente por vídeo todas las acciones técnicas y planteamientos tácticos empleados en el campeonato del mundo, se accede a la interpretación documentada mediante tratamiento informático en función de cada uno de los resultados de cada acción, con vistas a la aplicación de tácticas y técnicas objetivamente depuradas.

Tal como se enfoca hoy la alta competición, este tipo de estudios se hace imprescindible. Cada vez se exige más ciencia, más técnica, mas medios, más presupuestos, para la obtención de una victoria a alto nivel. El deporte se ha hecho ciencia, con todos los condicionamientos institucionales que implica la ciencia actual. Quizá con ello haya perdido algo de su hermosa condición de arte.

El problema se hace mas preocupante, no ya cuando estos costosos condicionamientos atenazan a la alta competición, sino sobre todo cuando se extienden a otros niveles competitivos. Un hallazgo científico que revoluciona una técnica es rápidamente conocido y aplicado por otros equipos, otras federaciones. A veces tal aplicación resulta cara. Pero es menester asumirla. Los condicionamientos económicos para el desarrollo del deporte se van haciendo así mas caros. Practicar deporte bien hecho, técnicamente hablando, resulta cada vez más costoso. Y esta avidez de excelencia se extiende desde los niveles de altísima competición a otros más modestos; de los equipos nacionales a los regionales y locales, el área escolar, a la simple práctica ociosa. Hacer judo o karate como se venía practicando hace veinticinco años en España nos resulta ridículo. ¿Pasará lo mismo dentro de otros veinticinco? No se sabe hasta donde se podrá caminar en este perfeccionamiento.

Se puede argumentar que el hombre nunca ha tenido techos deportivos. Esa es una de las características del hombre, su indeclinable perfectibilidad. No debemos asustarnos de ningún tipo de perfeccionamiento posible. Pero cuando en este proceso entran máquinas, computadoras, teleprocesadoras, todo el alto coste electrónico, el coste del progreso puede resultar desproporcionado. Millones para un centímetro.

Mientras tales equilibrios inestables se ciñan a los altos campeonismos, puede aceptarse el modelo a título de excepción. Pero cuando tales apetencias se generalizan, el resultado puede hacerse alarmante.

Los grandes medios de difusión audiovisual han entrado de lleno en el deporte. Al ser la conducta deportiva un comportamiento en sí mismo espectacular, cargado de signos fáciles, universalmente comprensible, esencialmente visual, los tecno-visores se convierten en el gran instrumento de difusión. Pero surge un gran peligro: esta difusión visual es acaparada por las altas competiciones. Ver un Borg -McEnroe está al alcance de cualquiera. Antiguamente, es decir, hace treinta años, para los aficionados de un pueblo constituía un hito viajar a la capital para ver jugar al equipo titular de 1ª regional o 3ª división. Para los capitales provincianas, igualmente un suceso personal histórico presenciar un encuentro de 1ª división y mucho más un partido internacional. Hoy la televisión lleva en directo las hazañas de los mejores jugadores del mundo al último rincón serrano; y el hogar rural, en unas cuantas jornadas de mundial, queda ahito de superfútbol; o de super-atletismo, o super-natación, o super-gimnasia, durante unos juegos olímpicos o unos campeonatos mundiales. Dígase lo mismo del ya popularizado super-judo o super-karate. Un Real Madrid-Estudiantes de baloncesto apenas es noticia, porque se ha visto sin esfuerzo y sin precio de localidad un España-URSS. Se llega a perder el sentido de lo difícil, de lo costoso. No se justiprecian las altas performances de los grandes jugadores, que lo realizan todo con tan aparente facilidad.

Este altísimo deporte ha acaparado la imagen del deporte en general, y, sin querer, la sociedad identifica cada vez más el deporte en general con la alta competición. Hablar simplemente de deporte es hacer referencia a campeones y récords. El hombre medio, el niño medio, cobra conciencia de que eso no es para él, aunque le guste contemplarlo. "Yo no valgo para hacer deporte" es una convicción intima que hoy alarmantemente anida en muchas conciencias de niños que no tienen grandes dotes físicas. He aquí uno de los grandes riesgos de la absorción informativa hecha realidad por el deporte de alta competición.

Siempre se pensó que los grandes campeones servían de reclamo hacia la práctica de su deporte. Así fue durante un tiempo. Hoy esta dinámica se va esfumando. El supercampeón es simplemente un lujo al alcance de botón, sobre todo tras la comercialización de los videos; un producto más de consumo.

En los deportes marciales no se ha llegado a tales extremos. Pero hay serios indicios para sospechar que se va camino de ello.

Junto a la creciente espectacularización del alto campeonismo están apareciendo brotes esperanzadores de prácticas deportivas espontáneas, al margen de los estereotipos técnicos y de organizaciones establecidas. Tales son el gran movimiento del "jogging", la recuperación de la bici, del patín, etc. Se trata probablemente de movimientos profundos, de enérgicas respuestas antropológicas a la sociedad del sedentarismo y la pasividad. La especie humana es sabia, tanto porque piensa como cuanto porque conserva los instintos primitivos, y así se defiende de los peligros desencadenados por sus propios errores culturales.

Cabria preguntarse ante tales movimientos: ¿Van a crear nuevas formas de hacer deporte al margen de los tecnicismos convencionales, de los esquemas burocratizados, o van a incorporarse más o menos a las maneras tradicionales de hacer deporte inyectándolas nueva savia? 

En la primera de las hipótesis, los deportes establecidos, al menos algunos de ellos, estarían mas o menos en peligro. Subsistirían como núcleos de practicantes aislados, cada vez menos enraizados en la sociedad, al modo de curiosidades circenses que no dejarían de ser graciosas y espectaculares. El gran deporte de la sociedad se iniciaría por otros derroteros.

En la segunda hipótesis, los deportes ya existentes recibirían una potenciación. El hecho podría constituir una nueva era del deporte tal cual lo conocemos, de los distintos deportes progresados según las respectivas técnicas.

Las artes marciales son deportes definidos en cuyo progreso técnico se está llegando a cotas insospechadas. A partir de esta realidad todas las reflexiones hechas sobre los grandes progresos técnicos y científicos del deporte, todas las perplejidades de ellas derivadas, son directamente aplicables a las artes marciales. No importa que a nivel mundial no hayan surgido aún en el judo, el karate, el taekwondo, o el kendo personalidades tan populares como Borg, Pelé, Maradona, Eddy Merckx. Es posible que algún día, y no lejano, esto suceda. Toda la dinámica federativa, estructural, técnica, y todos los condicionamientos científicos que definen las más desarrolladas artes marciales, van por el mismo camino. Y, a efectos de futuro deportivo, los resultados pueden diferir en grado, pero no en especie.

¿Adónde las artes marciales más allá del deporte? 

Como ya se ha apuntado, por su nombre y por su origen las artes marciales son más que deporte. Hoy, con excepción de países muy determinados del extremo Oriente, la sociedad los encuadra dentro de ese complejo subsistema social que se denomina deporte. 

La historia de cada una de las artes marciales nos enseña cómo surgieron, cómo evolucionaron, bien como adiestramiento general para la guerra, bien como capacitación para una defensa en inferioridad de condiciones (el desarmado frente al armado), como adiestramiento de samurais para defender a un "Daimio" o señor, o para su autarquía como samurais independientes, etc.

Se han constituído muchas formas de artes marciales. Algunas modalidades son derivadas de troncos comunes. Otras tienen descendencia directa de formas específicas de defensa y combate de determinadas regiones, de culturas locales de China, Japón o Corea. El estudio de los orígenes históricos, diferenciación, características específicas de cada una de estas modalidades constituye un tema apasionante, tanto más dificultoso cuanto con más rigor se intente fundamentar en datos históricos o tradiciones culturales, con frecuencia imprecisos. En general, todas son prácticas orientales, marcadas por su propio entendimiento de la vida. Religiones, sistemas sociopolíticos y militares, costumbres populares, condicionamientos étnicos y geográficos han ido dejando su huella.

En esta parte no se trata tanto de rastrear historias cuanto de intentar, a partir de la actual realidad de las artes marciales, mirar un poco al futuro. Cada una de las artes constituye, de alguna manera, un deporte distinto, con sus comportamientos, ritos, reglas, puntuaciones, pero precisamente lo que a todos ellos otorga un carácter extradeportivo es un conjunto de valores generales, un algo común que las singulariza y las identifica a la vez, frente al resto de las formas deportivas hoy vigentes en el mundo. Este algo es el que interesa ahora destacar, a la búsqueda de un valor universal para el hombre de nuestro tiempo.

Entre las numerosas artes marciales, algunas han alcanzado mayor universalidad: judo, karate, taekwondo, kung-fu, aikido, kendo. Hay diferencias de técnica; disparidad en formas de comportamiento, incluso diversidad de origen étnico (China, Japón, Corea,...). Sin embargo se entroncan en un espíritu común, en una filosofía de la vida y de la relación humana.

Un hombre clave en la identificación del judo, en la maduración y sintetización de sus valores, en la incorporación y modernización del ímpetu y sabiduría del antiguo jiu-jitzu, fue Jigoro Kano. En la fundación de su escuela de Tokio, y en la denominación de tal escuela se encuentra genialmente concretado el mensaje al mundo contemporáneo de una filosofía hecha práctica y por él convertida en pedagogía. En el "ko-do-kan" se enseña "el camino de la propia vida". Kano convierte toda una tradición de luchas, desafíos, juegos, costumbres populares, en pedagogía básica para vivir. No porque allí puedan aprenderse todas las técnicas y habilidades de la vida contemporánea, sino porque se accede a un valor básico para la vida, la de cualquier tiempo y lugar.

Son varios y muy trascendentales los hallazgos que se encuentran en el judo tal como lo entiende y formula Jigoro Kano. En primer lugar, es una filosofía alcanzada mediante la práctica. Frente a la escisión entre intelectuales (cuya cumbre eran los filósofos) e iletrados, radicalizada en la cultura occidental por las exigencias de la ciencia y los condicionamientos de la técnica, este "camino de la propia vida" sintetiza en la práctica una manera de vivir la vida, un tipo de sabiduría, la que a cada uno le conviene poseer. Pero no es una revolución de fuera adentro, como son las revoluciones políticas: periféricas, llamativas, nunca profundas ni estables; sino de dentro afuera, "el camino de su propia vida". Arregle cada uno su morada interior, y la "civitas" quedará compuesta. Coincide, prácticamente, con el mensaje de todos los profundos movimientos religiosos.

Este arte sintetizado en judo es una vía de profundización, de interiorización; opuesto a una tendencia disolvente del mundo moderno que lleva a la exteriorización, a la huida de sí mismo, a la peor alienación. Y para este proceso de internalización es menester trabajar asiduamente -practicar- el autoconocimiento y el autocontrol, la perseverancia, la superación del desánimo, para, entendiéndose a sí mismo, entender al otro y respetarlo. Se accede a la libre decisión sobre sí mismo. Y siempre unidos -mejor, identificados- cuerpo y espíritu. Es una pedagogía de la libertad y del esfuerzo; síntesis que no han logrado alcanzar, cien años después, los más radicalizados movimientos de revolución educativa, siempre pertinaces en enfrentar irreductiblemente libertad y esfuerzo personal. Kano lo puso en práctica, lo trasmitió. Solo parcialmente fue entendido. Muchos de los actuales judokas y expertos en otras artes marciales opinan que esta filosofía de Jigoro Kano, muy bella, es romanticismo pasado. No se han enterado de lo más poderoso, humanamente hablando, y lo más actual del mensaje del gran maestro. Desde una perspectiva axiológica, el futuro de las artes marciales está en la salvaguarda -en la recuperación, en muchos casos- de esta filosofía de la vida a la que se puede accede mediante la práctica pedagógicamente bien entendida.

Cuando Jigoro Kano fundó el Kodokan (1882) desconocía naturalmente, a Freud, que era todavía un joven estudiante de Viena. No sé incluso si, posteriormente, llegó a tener conocimiento de sus teorías. Y sin embargo Kano instaura una conducta terapéutica directamente aplicada a las crisis de mundo moderno. Va a la raíz de las fuentes neuróticas: la inseguridad, el miedo, la venganza contra la opresión, el complejo de inferioridad, la pérdida de conciencia de la corporalidad. Kano pretende un hombre más alejado de la violencia porque ha perdido el miedo al enemigo en el que convergían todos los fantasmas opresivos; porque le ha transformado en simple adversario, y, si es posible, en compañero. La sociedad no tiene por qué ser hostil una vez superado dentro de sí mismo el miedo infantil, que suele seguir ordenando tantas conductas en el adulto. La interesante proliferación de terapias prácticas que en el correr del siglo XX se han ido configurando (terapia ocupacional, terapia relacional, terapia del esfuerzo, ludoterapia, etc.) están prácticamente ejercitadas en el programa del kodokan.

En la historia moderna del karate destaca en el siglo XVIII en Okinawa el maestro Ku-Shan-Ku, y, posteriormente, en el XIX Sookon Matsumura con sus célebres discípulos Yatsusune, Azato, Ishimine, etc. El gran maestro modernizador y sintetizador del karate, a comienzos de este siglo, es Funakoshi, en alguna manera parangonable a Jigoro Kano. La diferencia fundamental entre el judo y el karate estriba en que en este segundo existe el mínimo contacto corporal posible entre los adversarios; la lucha se centra en la búsqueda del golpe certero y fulminante; mientras que en el judo no se rehuye el contacto con tal de buscar mediante el movimiento oportuno la suma de energías de los dos luchadores.

Pero en un nivel más profundo, psicológicamente, ambos coinciden, al igual que las demás artes marciales, en la interiorización, en la concentración en sí mismo para actuar con tanta mayor eficacia cuanto mejor se haya logrado ésta, añádase el control corporal, la perseverancia, la superación del desánimo, etc., y se configura un panorama psíquico idéntico en las diversas artes marciales.

En la construcción de una estructura interna mediante la práctica asidua y la búsqueda de un sentido a esta conducta personal y al entendimiento de la vida, de ella derivada, consiste la esencia del karate y de las artes marciales afines.

Al judoka, lo mismo que al karateka o a cualquier experto en artes marciales, ciertos sectores de la sociedad tienden a considerarle un matón en potencia. La comercialización de las escenas marciales de violencia contribuyen a potenciar esta imagen. La adquisición de una mayor capacitación física y combativa estimula esta fácil comercialización. También es cierto que aparecen grupos de karatekas, judokas, etc., que fomentan esta leyenda. Son minoría, indudablemente, pero no deja de oírse de cuando en cuando la hazaña de algún matón. Una política de aislamiento de estos grupos minoritarios por parte de la gran colectividad, una acción positiva de desprestigio, de vacío, contribuiría a depurar esa imagen parcialmente deteriorada. El tema es difícil, dadas las características sensacionalistas predominantes en la información, dada la generalizada importancia de la materia, no sólo por parte de los profanos, sino de algunos mismos practicantes, y dada la proclividad de la sociedad a aceptar los estereotipos sensacionalistas. Pero la dificultad no debe inducir a la dejación de una campaña que debería ponerse en práctica con toda firmeza.

El más bello futuro de las artes marciales esta en su capacidad de trasmitir estos mensajes psicológicos a un mundo urgentemente necesitado de ellos. Sobre este panorama psicológico se edifica el mensaje moral-social, más generalmente conocido: respeto al adversario, simbolizado en el ceremonial, lealtad en la lucha, honorabilidad, acatamiento de reglas y ritos. En un buen entendimiento de la doctrina sintetizada por Kano, estas características comportamentales del combatiente no son simples actos de acatamiento formalista y formulista, sino resultado de una estructura interior de la persona. A tal estructura o condición moral-personal tienden las prácticas denominadas arte marcial.

De la capacidad de autodepuración que tengan los propios grupos sociales constitutivos de las artes marciales depende un futuro fecundo en valores humanos o un futuro empobrecido en unos simples ritos carentes de capacidad pedagógica, aptos para que la curiosidad testimonial de futuros zoo-antropólogos se limite a catalogar conductas humanas simplemente pintorescas.

Del tipo de responsables, federativos, técnicos, que vaya predominando en las diversas modalidades se podrá ir deduciendo cuáles puedan ser en algunos años los derroteros que tomen las artes marciales. En un sistema de asociaciones que eligen sus propios dirigentes -tal es el de la mayor parte de federaciones deportivas en el mundo- queda en manos de los propios asociados potenciar a los que tengan una u otra mentalidad. Pero para saber a quién se elige y por qué razones, aparte de conocer a las personas, es útil saber el trasfondo, los valores de esa conducta singular por la que se han asociado unos con otros. Aquí, más que en otras macroestructuras del mundo actual, el futuro está aún en manos de los protagonistas de la propia conducta.

Hasta dónde las artes marciales para lograr un mejor deporte

Las artes marciales, en alguna manera, se están occidentalizando. No sólo se han extendido por estos países, sino que se están revistiendo de algunas características deportivo-occidentales. Así, por ejemplo, el taekwondo está cambiando algunas reglas con el intento de acceder un día al programa de los Juegos Olímpicos. No hay que olvidar que el judo debe gran parte de su explosión internacional de los últimos años a su entrada en los Juegos Olímpicos desde 1964 en Tokio.

Hay una apertura de Occidente a las riquezas del Oriente. Y viceversa. No es novedad; pero se asiste a una reactivación. Son como dos supercivilizaciones que en los últimos tiempos han intensificado su mutua curiosidad y su intercambio. Sucede en diversos niveles de la cultura (arte, ciencia, técnica, industria); y sucede también en deporte. Este intercambio no se realiza sin adaptaciones. Lo importante para que todo intercambio sea fecundo es que tales adaptaciones no alcancen a la sustancia del producto.

La acogida y la expansión que el deporte occidental ha realizado con las artes marciales ¿ha supuesto alguna adulteración en ellas?, ¿alguna marginación de valores, de esencia, de estilo?

Para este modesto apunte baste la sugerencia de esta problemática: y, con ella, alguna última reflexión que pueda ayudar a una toma de atención.

Hay muchas formas de vivir el deporte (como higiene, como juego, como evasión, como espectáculo, como esfuerzo, como reto, etc., no netamente excluyentes unas de otras). Con todas ellas se configuran dos grandes tendencias que alargan el espectro del deporte hasta límites casi contradictorios: el deporte-práctica y el deporte-espectáculo. El primero es el deporte original; el segundo es la última consecuencia de su desarrollo y popularización mediante la intervención de otros intereses (el mercantil y el político). Pero ambos se condicionan, se influyen. Por eso la atención a uno de ellos no debe pasar por alto, como si se tratase de una cosa ajena, la problemática del otro.

Aparte de sus beneficios directamente corporales (salud, cualidades orgánicas básicas, etc.) el deporte-práctica puede ofrecer a sus adeptos bienes psicológicos, enriquecimiento personal. Hoy se está desarrollando un importante capítulo de investigaciones para comprobar las secuelas de la activación corporal en otros parámetros de la persona: en la inteligencia, en la afectividad, en la capacidad de relación, etc. Las escuelas psicomotricistas ahondan en este terreno. Se proyecta hacia una nueva pedagogía, inspirada a partir de los hallazgos de la psicología evolutiva, que atribuye a la actividad corporal desde edades muy tempranas una enorme trascendencia en el completo desarrollo de la persona. En estas experiencias se apoya la tesis del regreso de la actividad físico-deportiva a la escuela y a la pre-escuela como uno de los comportamientos básicamente educativos del niño.

Este es uno de los confines adonde alcanza por un lado -esperanzadoramente positivo- el deporte de nuestro tiempo. Pero en la vertiente contraria, al otro extremo, el deporte se halla amenazado por oscuros presagios.

Motivado por la mercantilización, el deportista de alto nivel se halla atraído hacia un tipo de práctica directamente mensurada por la valoración crematística. En determinados niveles de campeonismo se gana dinero. Es conducta lícita, a la que no se le puede objetar nada ni legal ni moralmente. Pero ahí pierde el deporte algunos de sus principales valores. Deja de ser una manera peculiar de sentirse a sí mismo, de expresarse, de entender la vida, para igualarse a cualquier otra conducta mercantilista.

El deporte de alta competición es cada vez más una feria donde se compra con dinero un record, una performance, al igual que se paga una firma o un royalty. Y esto se produce de forma similar en los países de libre contrato profesional y en aquellos en que no está admitido el profesionalismo deportivo. En vez de sueldos o fichajes, se estimula en estos últimos con el puesto profesional, el status social, la condecoración de tal o cual grado a la que va aneja tal o cual sueldo rigurosamente determinado.

Todo esto está produciendo una sutil mutación: Cada vez se produce menos el resultado como consecuencia natural de una excelencia interior, de un enriquecimiento personal. Se da el esfuerzo y, con él, el resultado, porque se busca directamente un beneficio determinado (dinero, status, etc.). En aras de esa búsqueda el individuo inicia y persevera en su conducta deportiva. Puede parecer que haya poca diferencia entre ambos comportamientos. Sin embargo suponen actitudes realmente distintas; que pueden concretarse en conductas corporales semejantes, pero que son posiciones psicológicas dispares. Los resultados de estos dos comportamientos en la construcción de la persona son divergentes.

Esta manera de buscar la performance deportiva por ser una mercancía que adquiere precio no es ya solo privativo de las altas competiciones. Se extiende a otros niveles. Invade incluso el ámbito escolar. Hay muchachos -y, sobre todo, padres de muchachos- que a trueque de una buena condición deportiva pretenden, exigen privilegios, becas, excepciones. Sigue siendo lícito. Pero la vida está llena de comportamientos lícitos estériles, incluso deteriorantes.

El profesionalismo, en todos sus niveles y camuflajes no sólo es lícito, sino socialmente aceptado. El peligro está en que el talante del deportista profesional invada otros niveles. Que el clásico espíritu deportivo sea sustituido por el deporte como mercancía; como realidad alcanzable, o como simple añoranza por lejana que esté.

Junto al comercialismo deportivo, aceptable en altos niveles, hay que intentar que el resto de los ambientes deportivos conserve la frescura de una conducta gratificante en sí misma, apta para el autoconocimiento y para la recuperación de la relación espontánea con el otro, al margen de estereotipos sociales. Los nuevos brotes de deporte extraorganización, extratecnicismo, tales como el "jogging", aportan atmósfera nueva. Pero no por ello hay que renunciar a que la enorme estructura del deporte mundial organizado, tecnificado, conserve sus originales valores humanos.

Los dirigentes del deporte no deben renunciar al ingente potencial de humanismo que está latente entre sus millones de practicantes. El deporte, no solo en sus novísimos brotes sino en sus clásicas estructuras puede seguir siendo escuela de comportamiento, estilo de vida. Hay que procurar que el mercantilismo no vacíe prematuramente al deportista. Es más alarmante un niño que no disfruta con el deporte, pero que lo practica porque está muy bien dotado y aspira a hacer carrera que un profesional multimillonario que tuvo y tiene gran afición al deporte. Este segundo estuvo lleno; el primero se inicia desde una condición personal vacía (nada tiene que ver este vacío con el celebre "vacío" buscado con las prácticas del zen, que ejercieron desde antiguo influencia en las artes marciales. Este último es un "vacío" de afanes alcanzado precisamente por la riqueza interior, como el "hodon" de Tauler, el "no vivir en sí" de Santa Teresa y en general de los místicos occidentales. El vacío lamentable, totalmente opuesto, es la carencia de vida interior.), y mal podrá aguantar los embates de una sociedad extravertida que constantemente empuja hacia la huida de sí mismo.

Aquí las artes marciales pueden jugar un importante papel.

Todas las doctrinas que subyacen a las artes marciales insisten en la interiorización. Están presididas por una fundamental coherencia: llenarse primero por dentro para mejor aplicar la conducta hacia afuera. Todas las escuelas, lo mismo el kung-fu que el kendo, el karate, el judo, el taekwondo, el kobudo, etc., parten de un primer aprendizaje -cuyo asiduo perfeccionamiento debe durar toda la vida- en la concentración, la interiorización, el autocontrol. No se concibe un buen aprendizaje de cualquier arte marcial que no derive de un enriquecimiento interior.

Las mismas normas rituales, que al occidental pueden parecer convencionalismo, tienen no sólo significado, sino fin práctico: el recuerdo antes y después, a todas horas, de que las conductas del combate son partes integrantes de una conducta humana coherente, respetuosa, acatadora de un entorno social y de una jerarquía: al menos la que emana del oponente, siempre honorable y respetable como persona.

Sería una pena que en el afán de acercamiento a una normativa deportiva occidental, más exterior, convencional y comercializada que la oriental, y hoy especialmente desnaturalizada por el mercantilismo, algunas artes marciales cediesen parte de su profundo valor comportamental.

Los responsables deportivos de estas artes marciales en occidente deben esmerarse, hasta el exceso, en el mantenimiento de unas reglas, ceremoniales y ambientes que rezuman desde un hondo sentido de la vida, de un respeto a la persona, y que antes, durante y después de cualquier combate debe respirarse.

Pienso que hasta la misma terminología esotérica cumple una función de distanciamiento con respecto a los afanes triviales de la vida y ayuda a introducir al practicante en esa atmósfera reconstituyente y educativa.


EL ZEN,MEDITACION DE LOS GUERREROS

Bodhidharma meditando.
Xilografía impresa por
Yoshitoshi, 1887. 
Nombre japonés 
Romaji Zen 
Hiragana ?? 
Kanji ? 
Nombre chino 
Mandarín Hanyu Pinyin Chán 
Mandarín según Wade-Giles Ch'an 
Cantonés Sim3 
Wu Zeu [zø] 
Chino tradicional ? 
Chino simplificado ? 
Nombre coreano 
McCune-Reischauer Son 
Hangul ? 
Hanja ? 
Nombre sánscrito 
Romanización Dhyana 
Devanagari ????? 
Nombre pali 
Romanización Jhana 
Devanagari ??? 
Nombre vietnamita 
Qu?c ng? Thi?n 
Hán t? ? 

Zen (?) es el nombre en japonés de una tradición del budismo Mahayana, cuya práctica se inicia en China bajo el nombre de Chán (?). Es una de las escuelas del budismo más conocidas y apreciadas en Occidente. Con el popular nombre japonés Zen suele aludirse en realidad a un abanico muy amplio de escuelas y prácticas de este tipo de budismo en toda Asia. Las principales escuelas del budismo Zen propiamente japonés son Rinzai, Soto y Obaku. Se distinguen por su especialización en distintas técnicas de meditación como el koan o el zazén.

1 Origen del budismo Zen 
1.1 El chán 
1.2 Expansión 
1.3 Escuelas 
1.4 Evolución 
2 Bodhidharma 
2.1 La línea de sucesión Zen 
3 Zen: la tradición en Japón 
3.1 Zazen 
3.2 Koans 
4 Thi?n: la tradición en Vietnam 
5 El Zen en occidente 


Origen del budismo Zen 

Como toda escuela budista, el Zen tiene sus orígenes en India. La palabra Zen es la lectura en japonés del carácter chino chán (?), que a su vez es una transcripción del término sánscrito ????? dhyana, traducido normalmente como "meditación". La influencia de esta escuela llegó hasta Corea, en donde se llama son, y también hasta Vietnam, en donde se conoce como thi?n. Nótese que los nombres antes mencionados (a excepción del sánscrito) son distintas pronunciaciones del mismo ideograma chino.

El desarrollo del Zen parte pues de una noción doctrinal en los sutras budistas del mahayana en donde se afirma la preeminencia del cultivo de dhyana como la vía preferente para conseguir el nirvana[1] . El budismo primigenio observaba una progresión en distintos estados de la meditación o jhanas[2] que suceden en un cultivo gradual del practicante. En este contexto, el Zen afirmará la existencia de un acceso directo y espontáneo al último y superior de todos ellos - aquel que precede inmediatamente a la experiencia del nirvana - sin necesidad de experimentar los anteriores, mediante vías de acceso espontáneas y que son ajenas a la intelectualización de lo aprendido o a una noción de crecimiento gradual en el perfeccionamiento espiritual. El Zen es por antonomasia la tradición budista de la intuición y la espontaneidad.

El chán 

El Chan se desarrolló en China, donde el budismo se asentó desde el siglo I. Al principio era una mera transposición del budismo indio, entre cuyas principales actividades estaba la traducción y el estudio de textos. Progresivamente se desarrollan varias escuelas del budismo, una de las cuales es la escuela Chán. Se considera que las formas tempranas del budismo Chán surgen en el siglo VI a partir de la influencia de diversos sutras o textos sagrados del budismo mahayana, todos ellos de procedencia india, a los que más tarde se les añadirá una serie de apócrifos. Entre estos textos principales está el Prajña paramita (sección del canon del mahayana que contiene distintos sutras famosos, como el "del Corazón" y el "del Diamante"), el Despertar de la Fe atribuido a Asvagho?a, el Sutra de Vimalakirti o el Sutra del Lankavatara. Un apócrifo fundamental en la tradición Zen es "El Sutra de la Perfecta Iluminación".[3]


Estatua a la entrada del monasterio Shaolin de Henan, donde se inició el budismo Chán.Aunque la práctica Zen incluye el estudio de los sutras y otros textos, el carácter directo e intuitivo de este tipo de tradición budista los sitúa en un segundo plano, ya que no los considera capaces de provocar por sí solos el despertar. En cambio, se anima al discípulo a mantener su atención en el momento presente, confiando en la sabiduría innata de todo ser humano para realizar todo su potencial.

Esta noción es influencia directa del budismo mahayana, cuyos textos desarrollan la idea del Tathagatagarbha o "matriz de la iluminación". Esta idea, implícita en la difusión de la prajña paramita, se ampliará poco tiempo después con la aparición de diversos sutras. Se subraya el carácter innato de la budeidad en todo ser vivo, lo cual ejercerá una influencia crucial en el budismo chino, japonés y de todo el sudeste asiático. La importancia radical en esta idea es que reconoce la posibilidad de que los laicos alcancen un nivel espiritual tan alto como el de un monje. Este concepto ha sido fundamental en la expansión del mahayana y, consecuentemente, también del Zen.

La efervescencia de estas ideas en el budismo temprano de China tiene lugar como reacción contra una excesiva erudición e intelectualismo presentes en el budismo chino de entonces, aunque recibirá a su vez la influencia directa de varias de esas escuelas centradas en el estudio, como la Tiantái o la Huáyán. Estas escuelas harán surgir un nuevo estilo de práctica y de entender la enseñanza, centrado en una vía intuitiva y directa que pretende propiciar cierto estado mental (el samadhi) previo al completo despertar espiritual o nirva?a.

Por lo tanto, este nuevo tipo de budismo se centra en el cultivo de la mente o meditación, cuya traducción china es la palabra chán. En chino, a esta escuela se la llama directamente "Escuela de meditación" (Escuela del Chan). El resto de escuelas dedicaban buena parte de su tiempo al estudio de textos, ya que consideraban que su lectura entrañaba la acumulación de méritos para el despertar.[4] La escuela del Dhyana estableció un nuevo enfoque, en el que el cultivo de la propia mente se convierte en el centro de la práctica budista.


Expansión Maestros de budismo Chán

• Sengcàn (??) (conocido como Kanchi Sosan en Japón) 
• Huìnéng (??) (Daikan Eno en Japón) 
• Mazu (??) (Baso Do-itsu en Japón) 
• Huángbò (??) (Obaku en Japón) 
• Línjì (??) (Rinzai Gigen en Japón) 
• Wúmén (??) (Mumon Ekai en Japón) 
• Shítou (??) (Sekito en Japón) 
• Yúnmén (??) (Ummon Bun'en en Japón) 
• Danxiá (??) (Tanka Shijun en Japón) 
• Dòngshan (??) (Tozan Ryokai en Japón) 
• Baizhàng (??) (Hyakujo Ekai en Japón) 
• Bùdài (??, Hotei en Japón) 
• Xuánzàng (??) 
• Xuyún (??) (contemporáneo) 
• Kodo Sawaki (japonés: ????, Sawaki Kodo) 
• Taisen Deshimaru (?????) (contemporáneo) 

Todas las escuelas del Zen tienen su origen en los patriarcas del Chan, que a su vez están ligados a las enseñanzas de los antiguos maestros budistas de India, como Gautama, Kasyapa, Ananda y Nagarjuna. Los relatos de estos patriarcas son un referente constantemente utilizado en el estudio y la práctica en todas las escuelas.

Desde China, el budismo Chan se extendió con éxito a los actuales Corea, Japón y Vietnam. En otros sitios, como el Tíbet, se dice que estuvo implantado durante cierto tiempo, pero acabó desapareciendo. No obstante, parece ser que la influencia budista en la parte norte del continente dejó su huella en los Himalayas, y hay algunos estudiosos que subrayan conexiones tanto históricas como de transmisión de textos entre el Chan y algunas prácticas tibetanas, como el dzyan.


Escuelas 

Escultura china de Buda sentado en posición de meditación, de la época de la Dinastía Tang.Durante los primeros tiempos del budismo Chán coexistieron varios métodos de meditación, en donde prevalecía un tipo de contemplación directa del mundo y de la propia mente que la persona realizaba en cualquier situación. Estos métodos del budismo Chán se ven pronto influenciados de distinta manera por las ideas filosóficas del taoísmo. A su vez, el taoísmo también se verá influenciado por la nueva religión budista. Esa fusión fue posible heredando aspectos principales de otras escuelas, como la importante escuela Tian tái del maestro Zhìyì (Chi-I). Con el maestro Zhìyì encontramos ya una perspectiva inmediata de la liberación. Sus tratados sobre "La Gran Calma y Contemplación" influirán durante siglos al resto de escuelas y sus ideas serán centrales a la hora de entender el proceso de significación del budismo que posibilitará el nacimiento del Chán.

Otra escuela influyente en la génesis del Chán fue la escuela huáyán, hoy desaparecida. Reconocida por algunos historiadores como la escuela mahayana más sofisticada que ha existido, su compleja cosmovisión y su manejo de las ideas de naturaleza búdica o interdependencia no desaparecerán con ella, sino que se verán recogidas de distintas formas por otras escuelas, entre ellas la Chán. El trabajo principal alrededor de esta escuela es sin duda el "Sutra del Avata?saka", un complejo texto definido por Daisetz T. Suzuki como la cumbre literaria del budismo mahayana.

Por último, la Escuela de la Tierra Pura influirá enormemente en el Zen, aunque de manera un poco más tardía. La Escuela de la Tierra Pura es de hecho la escuela propiamente china más antigua del mahayana, aunque en sus inicios emergió de textos del budismo indio. Con el transcurrir de los siglos, el Chán y la Tierra Pura se convertirán en las dos escuelas budistas más importantes del budismo chino. Finalmente incluso aparecerán fusiones en la práctica de ambos tipos de budismo. Un fenómeno similar, aunque en menor medida, ocurrirá en Japón con influencia de nombres importantes como Genshin.


El maestro Chinul.El caldo de cultivo del budismo presente en la formación del Chán fructifica de manera espectacular durante la dinastía Táng, llamada a menudo "La Edad de Oro" del budismo chino. Hasta entonces podemos hablar de la existencia de enseñanzas Chán, pero no propiamente de una escuela Chán. Dentro de la dinastía Táng ya se desarrollan completamente los métodos peculiares y especiales del budismo Chán-Zen. Estos métodos incluyen diálogos entre maestro y discípulo, la investigación de preguntas y la contemplación silenciosa. Se combinan un ambiente de protección imperial, especialmente bajo la emperatriz Wu, cierta bohemia de las clases acomodadas y vaivenes en la estabilidad social. Todo ello genera un ambiente de gran creatividad en el cual el budismo tiene un papel fundamental.


Evolución 

Finalizada la dinastía Tang, la práctica Chán entra en decadencia. Durante la dinastía Sòng aparece una reacción contemplativa que apuesta casi únicamente por el silencio y por una de esas técnicas en particular, la "contemplación silenciosa" (en chino: tsao-tung), que consiste en que el discípulo medita sentado para descubrir su propia naturaleza. Más tarde, en Japón, a esta contemplación silenciosa china se le llamará zazen, que es hoy la práctica Zen más conocida en Occidente.

En el siglo XI el budismo Chán ya estaba completamente asentado en China, donde poseía una vasta red de templos y monasterios y se había convertido, junto a la Escuela de la Tierra Pura, en la enseñanza principal. Debido al constante flujo histórico de intercambios culturales con Japón y otros países se crearon nuevas escuelas como derivación de las chinas. Por otro lado, hay que señalar que aunque en cada país el Zen creaba sus peculiaridades, la comunicación entre las escuelas Zen en los distintos países ha sido frecuente y continua en el tiempo, ayudada por ese fuerte vínculo histórico común.


Bodhidharma 

Bodhidharma, primer patriarca del budismo Chán.De acuerdo a los relatos tradicionales, el Zen llegó a China de manos de un monje indio llamado Bodhidharma (Daruma en japonés) alrededor del siglo VI. Era el 28º sucesor en una línea de transmisión de enseñanza que la tradición remonta hasta Kasyapa, discípulo de Buda. De acuerdo al Registro Jingdé de transmisión de la lámpara se embarcó alrededor del año 520 dC. en un viaje que le llevó al reino de Liáng, ubicado al sur de China. En ese reino, durante un famoso intercambio con el emperador Wu, declaró que las buenas acciones hechas con intenciones egoístas eran inútiles para lograr la iluminación. Más tarde se dirigió a un monasterio cerca de Luòyáng, en el este de China y, de acuerdo a la leyenda, estuvo meditando frente a la pared de un acantilado antes de aceptar discípulo alguno. Finalmente, falleció en el templo Shàolín de la montaña Song (?????), condado Dengfeng, provincia de Hénán, China. La montaña Song es la cima más alta de las Cinco Montañas Sagradas, ubicadas en la provincia de Hénán.

Como héroe cultural legendario, a Bodhidharma también se le vincula al templo Shàolín y la consiguiente difusión de las artes marciales de Asia oriental, especialmente en la tradición oral de escuelas de Gongfu y Tàijíquán, así como en los populares trabajos de ficción del género wuxiá. No obstante, hoy se sabe con certeza que las artes marciales no estuvieron presentes en el budismo chino ni en el templo de Shàolín hasta bastantes siglos después. Del mismo modo, también hoy se sabe que Bodhidharma no estuvo literalmente "frente a un muro", sino que hablaba de un muro como un estado de la mente. Los descubrimientos y traducciones contemporáneas arrojan una mayor claridad sobre los orígenes de esta escuela budista.


La línea de sucesión Zen Bodhidharma es, por tanto, el 28º patriarca del linaje del budismo Zen, al que seguirán seis patriarcas más, el último de los cuales será Huìnéng. Con Huìnéng se acaba la línea del patriarcado Zen, pero no la línea sucesoria del Zen. Desde Huìnéng se extiende una completa genealogía que liga maestros, enseñanzas y monasterios hasta llegar a los tiempos actuales. En los monasterios chinos o japoneses estos complicados árboles genealógicos suelen ser todavía algo común.


Zen: la tradición en Japón 

Históricamente los monjes japoneses viajaban con frecuencia a China para recibir la transmisión de nuevas enseñanzas de los maestros chinos. De vuelta a su tierra y con esa herencia de autoridad, extendían las prolongaciones de las escuelas y enseñanzas que habían conocido en el continente. Con el tiempo adquirían su propia personalidad japonesa. Esto, en realidad, es buena parte del patrón cultural del Japón, en donde la influencia China es totalmente central para entender su cultura y religión. Así las dos escuelas principales del budismo Chán chino llamadas línjì y cáodòng verán su paralelo japonés en sus respectivas dos escuelas principales del budismo Zen japonés: Rinzai y Soto.

Zazen (meditar sentado)

El zazen es un tipo de meditación budista desarrollada por la escuela Soto japonesa. Esta práctica no es sólo una técnica de meditación, es una de las prácticas más conocidas en Occidente del Zen. La difusión de esta forma de Zen en Europa suele atribuirse al japonés Taisen Deshimaru, aunque existen otros maestros y agrupaciones.


El Buda de Kamakura (1252).El Zazen es la práctica en la clásica postura del Buda sentado en posición del loto. A menudo se ve esta posición en estatuas de Buda a través de todo Oriente: un hombre tranquilo con los ojos semicerrados, la espalda erguida, las piernas cruzadas en posición de "loto". En el zazen esto se suele hacer sobre un pequeño cojín redondo llamado zafu en japonés, que ayuda a bascular la columna.

Hay diferentes aproximaciones al zazen. Algunas postulan el flujo natural de la respiración y una posición cómoda, mientras que otras ponen especial énfasis en asegurar físicamente una postura correcta. Las primeras son sin duda las más tradicionales y que más aparecen en los textos históricos. Entre aquellas que enfatizan el componente físico encontramos la del monje japonés Taisen Deshimaru, quien a partir de 1970 extenderá una red de centros por toda Europa y que aún hoy es la forma mayoritaria de conocer el Zen en Occidente. La regulación de la respiración y la postura de la columna, piernas y manos son esenciales.

No obstante, aunque en el tema físico hayan diferentes enfoques, en la aproximación doctrinal al zazen las diferencias casi no existen. Se requiere una atención constante pero tranquila por parte del practicante. El pensamiento se libera, ni piensa ni deja de pensar. Se deja pasar. No adhiere ni rechaza, como si las ráfagas mentales fueran nubes que atraviesan el cielo sin dejar rastro. Esta tranquila y atenta contemplación llevará al seguidor a descubrir su naturaleza búdica "tal como cuando dejamos de remover el agua de un estanque podemos al fin ver el fondo".

En japonés a esta acción de sentarse se le llama shikantaza, que junto al mushotoku o ausencia de intención, se conforma así una disposición en la práctica budista en donde se implica por sí misma la existencia de la "iluminación" ahora mismo; es decir en la comprensión de esa misma disposición. Es decir, es una enseñanza en donde el simple hecho de sentarse es ya un acto de armonía plena, de convertirse en Buda. Por tanto es práctica y enseñanza a la vez. Es también llamada la práctica de la no-práctica. El principal exponente de esta enseñanza en sin dudas el monje Dogen, cuya obra principal "Shobogenzo" viene a ser la guía fundamental de práctica y enseñanza de la escuela Soto.


Koans (adivinanzas sin logica formal)

Carácter chino para "ninguna cosa", en chino: wú (en coreano y japonés: mu). Representa el koan del Perro de Zhaozhou.En el budismo Zen japonés, la otra escuela principal, llamada Rinzai, está especializada en los llamados koan. Los koans son un derivación de los gong'an chinos (literalmente "caso público"). En origen hacían referencia a diálogos y sucesos entre maestro y discípulo que eran registrados de manera escrita. Ya en Japón, la escuela Rinzai los compilará y ampliará, y los usará como técnica de meditación y no sólo de mera reflexión y enseñanza. Un koan puede ser una pregunta sin aparente sentido. Uno famosa es "¿cuál es el sonido de una sola mano que aplaude?" o "¿cuál era tu rostro original antes de nacer?". El practicante investigará este tipo de pregunta con una concentración total hasta que su razonamiento conceptual quede erradicado, y así pueda surgir "prajna", la sabiduría intuitiva. Esto ocasionará un despertar (en japonés: satori, kensho) a su naturaleza búdica, la iluminación.


Thi?n: la tradición en Vietnam Artículo principal: Budismo en Vietnam
El Budismo Thi?n (?? Thi?n Tông) es el nombre vietnamita para la escuela de Budismo Zen. Según cuenta la tradición de Vietnam, en 580, un monje de la India llamado Vinitaruci (en vietnamita: Tì-ni-da-luu-chi) viajó a Vietnam después de completar sus estudios con Sengcan, el tercer patriarca del Zen Chino.


La gran estatua de Buda en Nha Trang, Vietnam.Esta será la primera aparición del Zen Vietnamita, o Budismo Thi?n. La secta que Vinitaruci y su único discípulo vietnamita fundaron será considerada como la rama más antigua del Thien.

Después de un periodo de oscuridad, la Escuela Vinitaruci se transformó en uno de los grupos budistas más influyentes en Vietnam alrededor del siglo X, particularmente con el patriarca V?n-H?nh, murió en 1018. Otras escuelas vietnamitas de Zen son la Vo Ngon Thong (Vô Ngôn Thông), asociada a las enseñanzas de Mazu, y la Thao Duong (Th?o Ðu?ng), que incorpora las técnicas de canto nianfo. Ambas fueron fundadas por monjes chinos. La escuela Truc Lam (Trúc Lâm) fue fundada por un rey vietnamita y evidencia una gran influencia del confucianismo y de la filosofía taoista. En el siglo XVII un grupo de monjes chinos liderados por Nguyen Thieu (Nguyên Thi?u) esteblecieron una nueva y vigorosa escuela, la Lam Te (Lâm T?), pronunciación vietnamita de Linji. Una rama de ésta es la escuela Lieu Quan (Li?u Quán), fundada en el siglo XVIII y predominante en el Zen vietnamita actual.

El más famoso practicante de Budismo Thi?n sincronizado en Occidente es Thích Nh?t H?nh, autor numerosos libros sobre el Zen.


El Zen en occidente 

Escultura de Taisen Deshimaru en un parque de Toulouse, Francia.Hasta el siglo XIX se sabía poco del budismo en Europa a excepción de los comentarios que los misioneros cristianos habían realizado desde el siglo XVI. En sus descripciones se encuentran las primeras impresiones sobre el budismo de Japón y China. Si bien a través de esto llegaron descripciones sobre rituales y comportamiento, no llegaron apenas comentarios más detallados sobre temas doctrinales o de prácticas de meditación. La inquisición efectuó un severo control sobre todo este material, aunque la influencia de las prácticas contemplativas del zen es visible en destacados personajes del cristianismo de aquel tiempo, especialmente jesuítas[5]

No será casi la entrada del siglo XX, cuando la enseñanza y práctica del Zen definitivamente aterriza en Occidente de manera abierta. En 1893 se celebra en Chicago el Parlamento mundial de las Religiones, en donde el monje Shaku Soyen, imparte una charla llamada "La Ley de causa y efecto como fue enseñada por Buda". Esta charla fue traducida por Daisetz Teitaro Suzuki, quien sería recomendado por el mismo Soyen a Paul Carús para traducir textos del sánscrito, pali, japonés y chino. Suzuki empezaría una amplia actividad difusora del Zen, primero como profesor de universidad y posteriormente como conferenciante y escritor alrededor del mundo. Influenció a nombres claves de la intelectualidad europea, desde Einstein a Jung, pasando por Heidegger, Picasso, y un innumerable repertorio de figuras indispensables de la historia moderna. Suzuki unía la erudición en idiomas a la comprensión y realización personales, lo que ha hecho de su legado una referencia del budismo en Occidente. Algunas de sus traducciones de gran complejidad, como la del Sutra del Lankavatara, siguen siendo de referencia en el ámbito académico, y sus obras más populares como Ensayos sobre el budismo Zen han sido leídas por casi todas las personas que han querido adentrarse en el conocimiento de esta tradición budista. A su muerte, los principales templos de todo Japón quemaron incienso en su honor.

A mediados del siglo XX, y en medio de la contracultura de la generación beat, aparecen de manera más o menos masiva muchos practicantes occidentales tanto en Europa como en norteamérica. Nombres como Alan Watts, Shunryu Suzuki o Philip Kapleau, establecerán al Zen en occidente como una influencia ya del todo visible. Desde entonces y al igual que ocurre con el resto de tradiciones budistas, el Zen en occidente recorre un camino de mayor conocimiento sobre su origen histórico así como definiendo aspectos propios para encajar mejor en la cultura occidental. Numerosas escuelas se han ido estableciendo tanto en Europa como en Estados Unidos y Australia. En Europa destaca la red de centros fundadas por el japonés Taisen Deshimaru, de la tradición Soto. En Estados Unidos se han implantado centros y monasterios de Rinzai y Soto. Al mismo tiempo, se ha implantado el Zen de otros países como Corea por vía de la escuela Chogye.

Actualmente, el Zen es la práctica budista que tiene más seguidores en Occidente.


 

publicado por otrascosas a las 23:54 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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